ESTADO DE LA INVESTIGACIÓN SOBRE EDUCACIÓN PARA EL DESARROLLO SOSTENIBLE: UN ANÁLISIS CIENCIOMÉTRICO DE LA PRODUCCIÓN CIENTÍFICA EN EL PERIODO 2005-20141

 

Juan David Sepúlveda Chaverra2

 

Recibido el 21 de julio de 2014, aprobado el 24 de febrero de 2015 y actualizado el 05 de mayo de 2015

 

DOI: 10.17151/luaz.2015.41.17

 

RESUMEN

 

La política nacional de educación ambiental en Colombia plantea la necesidad de tener modelos de soporte de la investigación ambiental; en este sentido, la identificación de tendencias, estructura y patrones dentro de la investigación mundial en Educación para el Desarrollo Sostenible –EDS– sirve de soporte para la formulación posterior de acciones que permitan cumplir con esta necesidad. Así, en este trabajo se propone la aplicación de un estudio cienciométrico de la producción de EDS, que permitió identificar componentes inherentes a la dinámica de la misma que la han llevado a alcanzar un nivel de crecimiento e interdisciplinariedad que la han llevado a un nivel de madurez como ciencia, impulsado principalmente a partir del impulso brindado por el Decenio de la Educación para el Desarrollo Sostenible de la UNESCO.

 

PALABRAS CLAVE

 

Cienciometría, educación para el desarrollo sostenible, sostenibilidad.

 

STATUS OF RESEARCH ON EDUCATION FOR SUSTAINABLE DEVELOPMENT: A SCIENCE-METRIC STUDY OF SCIENTIFIC PRODUCTION IN THE PERIOD 2005-2014

 

ABSTRACT

 

National policy for environmental education in Colombia set out the need for environmental research supporting models. In this sense, identification of trends, structure and patterns inside global research in Education for Sustainable Development (ESD) serve as a support for the subsequent formulation of actions that would meet this need. Thus this work proposes the application of a science-metric study of the ESD production which allowed identifying components inherent to its dynamics that have led ESD to a level of maturity as a science driven mainly from the impulse given by the Decade of Education for Sustainable Development by UNESCO

 

KEY WORDS

 

Scence-metrics, education for sustainable development, sustainability.

 


 

INTRODUCCIÓN

 

En el periodo 2005-2014 se celebra el Decenio de las Naciones Unidas de la Educación para el Desarrollo Sostenible (EDS), y con este objetivo en mira se han adelantado múltiples acciones en diferentes ámbitos. En Colombia, a partir de la Política Nacional de Educación Ambiental, se ha hecho explícita la necesidad de contar con un modelo investigativo que sirva como componente fundamental de la investigación ambiental, donde el ambiente sea su objetivo y su campo de acción (Ministerio de Educación Nacional y Ministerio de Medio Ambiente, 2002), siendo primaria la necesidad de una investigación interdisciplinaria que brinde elementos y concepciones para la interpretación de las problemáticas contextuales.

 

El uso de técnicas y procesos de análisis cienciométrico permite la evaluación eficiente y objetiva del rendimiento de la investigación y la innovación, proveyendo una visión única de las fortalezas y debilidades de un campo de investigación (United Nations, 2007). Específicamente en la EDS, el uso de este tipo de análisis ha permitido revelar conocimiento sobre las tendencias de investigación latentes (Papadimitriou y Kidman, 2012) y además, como lo expresan Novo y Bautista (2012), ampliar el debate teórico y extender la información entre las partes interesadas en la EDS. De igual forma, este tipo de estudios sirve como soporte a la formulación posterior de estrategias de transferencia (Angulo et al., 2008) que favorecerían el desarrollo de modelos como los propuestos por el plan nacional de educación ambiental.

 

En este trabajo, a partir del estudio de las publicaciones científicas reseñadas en Scopus en el periodo 2005-2014 que abarca el Decenio de la EDS, se pretende identificar tendencias subyacentes a la producción científica relacionada con este campo.

 


 

PLANTEAMIENTO METODOLÓGICO

 

El propósito principal de este trabajo es abordar el análisis de la producción científica de mayor impacto relacionada con el estudio de la EDS y los campos donde esta opera, de manera que sea posible identificar características y tendencias que favorezcan posteriormente la formulación de acciones para el desarrollo de modelos investigativos acordes a los requerimientos y condiciones planteados en la política nacional de educación ambiental.

 

En este sentido, se propone la aplicación de un estudio cienciométrico de la producción científica generada durante el Decenio de la EDS, buscando con ello identificar tendencias, patrones, lugares comunes y establecer las dimensiones vinculadas con la EDS dentro de la práctica investigativa a nivel mundial. El uso de la cienciometría en este proceso se basa en la necesidad de establecer tendencias y conocimiento específico sobre la dinámica de investigación en el campo de la EDS; la existencia de estudios precedentes (Novo y Bautista, 2012; Papadimitrou y Kidman, 2012) confirma la utilidad de esta herramienta de análisis en este campo particular.

 

Se seleccionaron 595 artículos de investigación reseñados en Scopus que corresponden con los siguientes criterios:

 

 ·         Inclusión de: “education for sustainable development” dentro del título, el resumen o las palabras clave. El tema fue buscado de manera directa sin utilizar otros criterios o aproximaciones debido a que así es su denominación por parte de la UNESCO en el Decenio de la EDS.

·         Artículos, trabajos en eventos y revisiones de tema. Se eliminaron del análisis 17 trabajos que corresponden a editoriales, reseñas de libros, capítulos de libro, debido a la poca profundidad investigativa de estos productos.

 

La selección de Scopus, aunque es clara la discusión sobre su importancia en la investigación debido a la baja participación de las ciencias sociales, permitió identificar un perfil de la EDS que vincula diferentes áreas y favorece el análisis de interdisciplinariedad y el nivel de inclusión de la EDS en otros campos temáticos. Las variables medidas corresponden con aquellas que permiten establecer el perfil y las características de la EDS a partir del análisis de las publicaciones; de igual forma, estas variables fueron seleccionadas por su utilización en estudios similares aplicados al mismo campo (Novo y Bautista, 2012; Papadimitrou y Kidman, 2012), con lo que es posible establecer algunos elementos comparativos contra conclusiones ya planteadas. A continuación la lista de variables utilizadas para el estudio:

 

·         Productividad diacrónica.

·         Curva de Price.

·         Índice de Shannon-Weaver.

·         Productividad geográfica.

·         Productividad institucional.

·         Productividad por autores.

·         Productividad por áreas.

·         Citaciones.

 

Igualmente, aplicando un proceso de análisis temático basado en el modelo de construcción de Angulo, Meriño y Sepúlveda (2007) se obtuvieron los mapas de correspondencias temáticos, que permiten establecer la estructura y analizar las principales tendencias conceptuales involucradas en la totalidad de la producción.

 


 

RESULTADOS Y ANÁLISIS

 

Perfil de las publicaciones

 

El número de publicaciones es considerado como un indicador de actividad científica (United Nations, 2007) y, en este sentido, la productividad diacrónica es entendida como el número de artículos por cada año del periodo estudiado (Expósito y Fernández, 2012), y su estudio permite establecer la evolución de la productividad de un campo científico en el tiempo, además del grado de madurez del mismo, medido a partir de la ley de crecimiento exponencial de Price3. Para el caso de la EDS, la Figura 1 muestra el comportamiento de las publicaciones desde el año 1990, en el cual se encontró la primera referencia de acuerdo a los criterios de búsqueda.

 

 

De acuerdo a la ley de crecimiento exponencial de Price, lo primero que se puede apreciar, es que la producción en el campo de la EDS toma la forma de una curva creciente, por lo que puede establecerse que se encuentra en la fase 2, esto da evidencia de un campo científico en proceso de maduración y, más importante aún, es posible verificar cómo su cota de crecimiento exponencial ha sido influida por el Decenio de la EDS iniciando su crecimiento en el año 2005, comprobando la importancia de este tipo de iniciativas sobre el desarrollo de nuevos campos científicos.

 

Ya en torno a la producción puntual de artículos en el periodo 2005-2014, se puede apreciar una tendencia creciente (la producción de 2014 incluye solo hasta el mes de marzo) con una notable disminución en los años 2011 y 2012, sin embargo un punto importante de este análisis es que muestra un escenario alternativo a la relación planteada por Novo y Bautista (2012) quienes en el análisis del caso español identificaron que la mayor productividad se encuentra asociada a la existencia de números especiales en las revistas científicas. Un caso que no se evidencia en el análisis de las ediciones y publicaciones estudiadas.

 

El perfil geográfico, institucional y de autores permite complementar la información obtenida sobre la evolución del campo con la identificación de los actores principales involucrados en la misma, datos que son útiles para identificar los líderes en el campo (Sepúlveda, 2011), además de identificar potenciales instituciones para el desarrollo de acciones colaborativas de investigación en el campo (Charris et al., 2010). En la tabla siguiente se puede apreciar la productividad y la participación de los 10 países líderes en producción académica sobre EDS.

 

 

Es así como el análisis de la productividad muestra investigaciones procedentes de Reino Unido que comprenden más del 14% del total de artículos publicados en este periodo con un total de 89 publicaciones, donde resaltan las universidades de Plymouth y Londres dentro de las 10 primeras instituciones en producción científica. Asimismo, dentro de las 10 primeras universidades de un total de 160, que concentran el 20% de artículos se encuentran dos alemanas (Freie y Leuphana), dos australianas (Griffit y Royal Melbourne), una de Estados Unidos (Tennessee), dos suecas (Chalmers y Uppsala) y una holandesa (Delft). Con respecto a los autores, la Tabla 2 muestra la producción total de los cinco primeros junto con algunos datos bibliográficos.

 

 

Publicaciones por área temática

 

El ranking de publicaciones por tema permite apreciar las áreas particulares de investigación que reciben mayor atención por parte de la comunidad científica (Novo y Bautista, 2012), además, a partir de la estandarización de las áreas generales en los sistemas de indexación, el análisis de estas y la proporción en que representan la producción científica en un campo, es posible dar cuenta del enfoque interdisciplinario.

 

El análisis de las áreas de interés de los documentos analizados muestra un total de 21 campos de conocimiento cubiertos, donde las ciencias sociales son claramente dominantes representando el 44,3% de los temas cubiertos por las publicaciones. La Tabla 3 muestra la frecuencia acumulada de áreas declaradas en los trabajos analizados.

 

 

 

Aunque las ciencias sociales alcanzan casi la mitad de la producción, es importante resaltar cómo los temas se han relacionado en gran proporción con áreas como las ciencias ambientales, la energía, la economía y los negocios, siendo estas 6 áreas las que abarcan cerca del 90% de la producción; en términos de las revistas, de las 10 primeras que concentran 230 publicaciones (el 50% de los artículos) 6 de ellas son especializadas en educación y las otras 4 son revistas especializadas en temas técnicos ambientales.

 

Ante este panorama, igualmente se aplicó la medida del índice de Shannon-Weaver para identificar el potencial de interdisciplinariedad asociado a los campos analizados, lo que arrojó como resultado que, a pesar de la alta concentración de ciencias sociales, el total de la producción en EDS evidencia un 61,8% de heterogeneidad en los temas, lo que indica que el campo ha alcanzado un alto grado de interdisciplinariedad en su producción.

 

Estadísticas de citaciones

 

Papadimitriou y Kidman (2012) al analizar las citaciones de publicaciones sobre educación ambiental y geográfica plantean que estas, aplicadas al campo de las ciencias sociales y humanidades, tienen como problema el bajo nivel de participación de publicaciones especializadas en este campo dentro de los principales sistemas de análisis y bases de datos. Al respecto Zitt y Bassecoulard (2008) plantean que las citaciones para estos campos miden la visibilidad mucho más que la calidad de las publicaciones, por lo que este indicador permite analizar la difusión de los resultados obtenidos dentro de una comunidad.

 

En esta sección, por tanto, se analizan no solo las estadísticas de citaciones de los trabajos para identificar tendencias en torno a la producción y su visibilidad, sino que también se evalúan las estadísticas de citaciones generales de las publicaciones en que estas aparecen, con la intención de identificar el potencial de visibilidad de los trabajos analizados.

 

Del universo de trabajos analizados un total de 313 concentran 2035 citaciones, cuyo comportamiento es relativamente similar, a la producción diacrónica, mostrando un retroceso en la cantidad de citaciones a partir del año 2011 tal como se puede observar en la figura siguiente.

 

 

En el periodo analizado, la identificación de una tendencia de crecimiento y decrecimiento similar a la evolución de la producción diacrónica puede llevar a pensar que las citaciones corresponden exclusivamente a un modelo de endogenismo, donde los autores se citan entre ellos para aumentar los indicadores, sin embargo los datos existentes no son suficientes para soportar a esta hipótesis, y por el contrario, al analizar los datos se encuentra que el 20% de los trabajos (120 artículos) concentran el 80% de las citaciones, lo que da cuenta de un comportamiento normal en términos de la ley de Pareto. Esta práctica de acuerdo a la revista Información Tecnológica (2008) puede ser evidencia de “una muestra de la continuidad de un autor en su trabajo, que se trata de una subdisciplina nueva o muy especializada donde hay muy pocos documentos en la literatura”, siendo esta última condición la más probable de acuerdo a los criterios de evolución del campo de la EDS ya analizados.

 

La tabla siguiente muestra los cinco primeros trabajos con mayor número de citaciones:

 

 

De igual forma, la figura siguiente muestra la distribución general de citaciones de las revistas donde se han presentado la mayor parte de los artículos4.

 

 

Tal como se puede apreciar, tres revistas destacan dentro de los mayores índices de citaciones a nivel general, en primer lugar, el International Journal of Sustainability in Higher Education donde se han presentado 50 de los artículos analizados. De igual forma, la revista Environmental Education Research que tiene 46 trabajos publicados en EDS, y la revista Journal of Cleaner Production con 38 artículos en el campo analizado.

 

Al respecto, cabe destacar la revista Journal of Cleaner Production, que en el periodo analizado creció de aproximadamente 500 citaciones a más de 7000 en el año 2013, igualmente en las publicaciones analizadas se observa una tendencia creciente en el número de citaciones obtenidas aunque no superan las 1000 citaciones por año. Estos resultados muestran un alto potencial de visibilidad de las publicaciones relacionadas con la EDS.

 

Mapa de correspondencias temáticas

 

Adicionalmente al análisis de los indicadores ya utilizados en estudios relacionados con el campo de la EDS, a este trabajo se integra el análisis de concurrencia temática (Angulo et al., 2007). El dendograma mostrado en la figura siguiente, fue obtenido mediante el análisis estadístico “N-Join” utilizando el paquete Ntsys y elaborado a partir de la conformación de una matriz de concurrencias de las palabras clave de los 539 artículos analizados5. En esta figura se resumen los temas principales abordados por el universo de trabajos.

 

 

A partir de la figura, es posible apreciar los siguientes clusters:

 

a) Cluster 1: compuesto por un conjunto de palabras clave que dan cuenta, en primer lugar, del problema del cambio climático (change y climate conforman la primera unión de conceptos en la totalidad del mapa) y el reto que este representa, siendo entonces necesaria la acción de la EDS a partir de la formación basada en problemas, valores y prácticas comunitarias. (Las palabras vinculadas a este cluster son: change, climate, global, transformation, profession, training, based, problem, scholar, second, value, united, nation, practice, communities).

 

b) Cluster 2: enfocado en el valor de la investigación como soporte a la práctica educativa, en este cluster los conceptos se vinculan alrededor de un perfil de vocabulario que integra la metodología, la práctica y los enfoques de la investigación científica con la interdisciplina, las competencias y las políticas orientadoras de la investigación con la pedagogía. (Las palabras vinculadas a este cluster son: research, action, approach, methodological, science, competence, studies, analysis, policies, pedagogical, interdiscipline).

 

Estos dos clusters, están al mismo tiempo vinculados por los siguientes conceptos: social, institution, curricula, environment. Esto último, dejando claro que la conformación de los currículos debe, en primer lugar, estar soportada en la dimensión educativa e investigativa y, al mismo tiempo, debe estar integrada a las condiciones y particularidades de las instituciones y el entorno social y ambiental de las mismas.

 


 

CONCLUSIONES

 

La educación para el desarrollo sostenible se está configurando como un campo en maduración, con un crecimiento sostenido en el tiempo que le ha permitido alcanzar un alto grado de interdisciplinariedad en su producción, la cual además no está determinantemente ligada solo a la edición de números especiales en el tema, sino que además ya ha superado el umbral que determina el crecimiento natural de los campos científicos.

 

Estas características le han permitido superar la barrera de las ciencias sociales y la educación como el área dominante, siendo la EDS un campo científico que se está abriendo espacio en otros campos como las ciencias ambientales y la energía.

 

Aunque se logró analizar que no existe una relación de interdependencia en la EDS frente a números especiales de publicaciones, también fue posible establecer el impulso que políticas específicas le dan a los campos de conocimiento, en este caso particular, el impulso del Decenio de la EDS de la UNESCO, cuyo periodo significó la evolución de la EDS de un estado incipiente a un estado de madurez como campo científico

 

La orientación de la EDS vista desde las publicaciones analizadas muestra una orientación hacia una práctica pedagógica necesaria para enfrentar, a partir de la educación, los problemas sociales y ambientales en la dinámica del cambio global, al tiempo que debe estar soportada en un proceso formativo e investigativo acorde a las particularidades del entorno y la realidad de las instituciones.

 


 

REFERENCIAS

 

·      Angulo, J., Meriño, L. y Sepúlveda, J. (2007). Metodología para la elaboración de mapas tecnológicos aplicado a celdas de combustible. Revista Teknos.

·    Angulo, G., Meriño, L., Sepúlveda, J. y Charris, M. (2008). Diseño de un plan de transferencia de tecnologías en generación de energías para el departamento del Atlántico. Memorias I Congreso Internacional de Gestión Tecnológica e Innovación, Universidad Nacional, Bogotá.

·    Bramardi, S. J. (2000). Estrategias para el análisis de datos en la caracterización de recursos fitogenéticos. Tesis de Doctorado. Departamento de Estadística e Investigación Operativa - Universidad Politécnica de Valencia.

·   Charris, M., Becerra, L., Angulo, G. y Camacho, J. (2010). Identificación de socios estratégicos: metodologías basadas en redes sociales e informetría. VIII Congreso Iberoamericano de Indicadores de Ciencia y Tecnología. España.

·       Expósito, J. y Fernández, A. (2002). La productividad de la investigación sobre evaluación de programas educativos españoles 1975-2000. Revista de Investigación Educativa, 20(1), 113-129. Recuperado de http://revistas.um.es/rie/article/viewFile/97531/93591

·       Información Tecnológica. (2008). Las autocitas en artículos de revistas de corriente principal. Información tecnológica, 19(5), 1. Recuperado de
http://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0718-07642008000
500001&lng=es&tlng=es

·         Ministerio de Educación Nacional y Ministerio de Medio Ambiente. (2002). Política Nacional de Educación Ambiental SINA. Recuperado de http://media.utp.edu.co/institutoambiental2011/archivos/proyecto-ciudadano
-de-educacion-ambiental/1421politicanacionaldeeducaiconambiental.pdf

·         Novo, M. y Bautista, M. J. (2012). Análisis de la incidencia de la educación ambiental para el desarrollo sostenible en las revistas científicas españolas. Revista de educación, 358, 583-597.

·        Papadimitriou, F. y Kidman, G. (2012). Statistical and scientometric analysis of international research in geographical and environmental education. Journal of International Research in Geographical and Environmental Education, 21(1), 11-20. Recuperado de http://eprints.qut.edu.au/56067/2/56067.pdf

·      Sepúlveda, J. (2011). Diseño de un modelo y desarrollo de ejercicios de vigilancia para la toma de decisiones tecnológicas en el área de energías renovables, en la región de Guipúzcoa-España. Tesis de Maestría. Universidad del Magdalena.

·         United Nations. (2007). Building science, technology and innovative systems for sustainable development in Africa. Recuperado de
http://www.unep.org/training/programmes/Instructor%20Version/Part_2/Activities/
Innovations_and_Technology/Environmentally_Sound_Technologies/Supplemental/
Building_Science_and_Technology_Innovation_Systems.pdf

·         Zitt, M. y Basselcoulard, E. (2008). Challenges for scientometric indicators: data demining, knowledge flow measurements and diversity issues. Journal of Ethics in Science and Environmental Politics, 8, 49-60.

 

 


 

1.     Investigación independiente dentro del programa de Doctorado en Desarrollo Sostenible de la Universidad de Manizales. Actualmente no presenta conflicto de interés.

2.     Ing. MSc. Ph.D (c). Universidad de Manizales. This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.

3.     http://www.ecured.cu/index.php/Bibliometr%C3%ADa#
Ley_de_crecimiento_exponencial

4.    Esto es: el total de citaciones de las revistas y no solo citaciones relacionadas con estudios sobre la EDS.

5.     Para el análisis de palabras clave, se establece que el 10% del vocabulario común al universo de documentos analizados representa de manera certera la estructura del mismo (Bramardi, 2000).

 


 

Para citar este artículo: Sepúlveda Chaverra, J. D. (2015). Estado de la investigación sobre educación para el desarrollo sostenible: un análisis cienciométrico de la producción científica en el periodo 2005-2014. Revista Luna Azul, 41, 309-322. Recuperado de http://200.21.104.25/lunazul/index.php?option=com_content&view=article&id=116

EVALUACIÓN DE METALES PESADOS ACUMULADOS EN POLVO VIAL EN TRES SECTORES DE LA CIUDAD DE VILLAVICENCIO, COLOMBIA1

 

Juan Manuel Trujillo-González2
Marco Aurelio Torres-Mora3

 

Recibido el 5 de junio de 2014, aprobado el 8 de febrero de 2015 y actualizado el 05 de mayo de 2015

 

DOI: 10.17151/luaz.2015.41.16

 

RESUMEN

 

La dinámica urbana derivada del crecimiento de las ciudades y de la demanda de la población en términos de servicios de transporte, de producción de alimentos, de bienes y servicios en general, son algunos de los responsables de la generación de factores contaminantes, donde uno de ellos es la presencia de metales pesados por acumulación en el polvo vial. En este sentido, el presente estudio tiene como finalidad evaluar la contaminación por presencia de metales pesados (Pb, Zn, Ni, Cu, Cr, y Cd) en el polvo de las vías de tres zonas de la ciudad de Villavicencio –Meta– (sector Anillo vial, sector Buque y sector Porvenir). Entre los resultados encontrados se tiene que la abundancia de metales por sector fue: sector Porvenir (SP), seguido del sector Anillo vial (SA) y sector Buque (SB). El estudio mostró que las concentraciones de metales pesados en el polvo vial están relacionadas con la dinámica de cada uno de ellos.

 

PALABRAS CLAVE

 

Metales pesados, sedimento vial, plomo, contaminación urbana.

 

ASSESSMENT OF HEAVY METALS IN ACCUMULATED ROAD DUST IN THREE SECTORS OF THE CITY OF VILLAVICENCIO, COLOMBIA

 

ABSTRACT

 

Urban dynamics derived from city growth and the population demands for transportation, food production, goods and services in general, are among the responsible on the generation of contaminating factors, where one of them is the presence of heavy metals in accumulated road dust. In this sense, the current study seeks to evaluate the pollution by presence of heavy metals (Pb, Zn, Ni, Cu, Cr, and Cd) in road dust from three sectors on Villavicencio –Meta– (sector Anillo vial sector, Buque sector and Porvenir sector). Among the obtained results, the metals abundance for each sector was as follows: Porvenir (SP), followed by sector Anillo vial (SA) and Buque (SB). The study showed that concentrations of heavy metals in road dust are related to the dynamics of each of these sectors.

 

KEY WORDS

 

Heavy metals, road dust, lead, urban contamination.

 


 

INTRODUCCIÓN

 

El crecimiento poblacional, las actividades industriales y comerciales, el alto flujo vehicular, el material de pavimentación de vías y los aportes atmosféricos son las principales causas de la contaminación ambiental urbana (Saeedi, Li y Salmanzadeh, 2012; Zafra, Luengas y Temprano, 2013a), en la cual la presencia de metales pesados constituye un factor de riesgo para la salud pública y para los sistemas naturales que integran las ciudades (Fergusson y Ryan, 1984; Liu et al., 2010). La ciudad de Villavicencio en la actualidad cumple un rol importante en la dinámica económica del país, debido a que es un punto de conexión por donde se movilizan hidrocarburos y productos alimentarios (Alcaldía de Villavicencio, 2013a), lo que ha llevado a un crecimiento en la construcción de viviendas y avenidas que para 2011 alcanzó un 23,67%, superior a ciudades como Bogotá, Medellín o Barranquilla (Alcaldía de Villavicencio, 2013b).

 

En relación con las dinámicas urbanas se han venido realizando alrededor del mundo estudios cuyo objetivo es el de identificar compuestos contaminantes presentes en el polvo vial y sus principales fuentes (Pant y Harrison, 2013), mediante métodos de muestreo barrido, cepillado y toma con vacío de sedimento, en las vías de los principales sectores de ciudades, en países como: China (Yekeen y Onifade, 2012), Egipto (Khairy et al., 2011), Nigeria (Abdel-Latif y Saleh, 2012), Irán (Saeedi et al., 2012), Ghana (Atiemo et al., 2011), España (Acosta et al., 2014). En estudios particulares como los de Palermo –Italia– (Varrica et al., 2003) y Sídney –Australia– (Ball, Jenks y Aubourg, 1998), las concentraciones de Pb encontradas fueron del orden de 544 y 511 mg/kg respectivamente, y para el caso de Murcia en España (Acosta et al., 2014), las mayores concentraciones de Pb están asociadas al sector industrial con 346 mg/kg, mientras que en el sector residencial se alcanzaron los 123 mg/kg.

 

En Colombia se destaca la investigación liderada por Zafra, quien realizó un estudio en las vías del municipio de Soacha (Cundinamarca), anexo a la ciudad de Bogotá D.C., donde analizó la influencia del tráfico, la escorrentía urbana y la relación con el polvo atmosférico (Zafra et al., 2013a; Zafra, Peña y Álvarez, 2013b; Zafra, Rodríguez y Torres, 2013c).

 

De acuerdo con Sartor, Boyd y Agardy (1974), la carga de contaminantes de las aguas de escorrentía urbana es significativamente mayor en comparación con la escorrentía rural. Esto determina, que gran parte de la contaminación de las fuentes hídricas urbanas y de los suelos aledaños (Hewitt y Rashed, 1991) estén relacionadas con los aportes viales (Vaze y Chiew, 2002). Asimismo, Rissler et al. (2012) encontraron que los principales contaminantes asociados a las cuencas urbanizadas son el Cu, el Pb y el Zn, que hacen parte del grupo de los metales pesados.

 

A partir de estos referentes el presente estudio pretende identificar los metales pesados presentes en vías de tres zonas con características diferentes en la ciudad de Villavicencio. De esta forma, se busca contribuir con información que permita tanto a las autoridades locales como a sus habitantes incorporar acciones que mitiguen los efectos propios de estos compuestos sobre la salud pública y los sistemas naturales.

 


 

MATERIALES Y MÉTODOS

 

Área de estudio

 

La investigación se realizó en el área urbana de la ciudad de Villavicencio –Meta– (Figura 1), que presenta una temperatura promedio anual de 25,6ºC, una precipitación media anual registrada de 3.700 mm y una altura sobre el nivel del mar de 467 m, y con una población estimada para 2014 en 473.718 habitantes (DANE, 2010). Para el desarrollo del estudio se seleccionaron tres sectores, localizados en las siguientes zonas: residencial de flujo vehicular bajo (sector Buque), de actividades comerciales y alto flujo vehicular (sector Anillo vial) y zona comercial con actividades de mantenimiento automotriz (sector Porvenir).

 

 

Caracterización de las zonas de estudio

 

Sector Anillo vial (SA)

 

Este sector se caracteriza por la circulación de todo el tráfico pesado de transporte de productos alimenticios e hidrocarburos que provienen de los municipios del departamento del Meta, el transporte intermunicipal e interdepartamental, donde se movilizan principalmente pasajeros desde y hacia Bogotá D.C., además del transporte particular con los mismos orígenes y destinos, y el que moviliza parte de la población de la ciudad. En este sector se desarrollan actividades económicas tales como: concesionarios automotores y asistencia mecánica, talleres de mecánica automotriz no tecnificada, estaciones de servicio, oficinas y bodegas de almacenamiento de productos de bebidas gaseosas y de agroquímicos, y áreas urbanizadas. El estado de las vías, según la clasificación de la Alcaldía de Villavicencio (2013b), está en los niveles 3 y 4, que corresponde a áreas en buen estado con pequeños desgastes y áreas con irregularidades en la carpeta de rodadura, presencia de huecos y grietas que son saneados periódicamente. En este sector actualmente se construye doble calzada. Sobre la superficie vial se evidencia acumulación de polvo viario proveniente de la construcción de la doble calzada y del transporte pesado, principalmente.

 

Sector Buque (SB)

 

El tipo de vehículos que circulan en este sector está restringido a particulares y públicos tipo taxi. La presencia de actividades relacionadas son el servicio de restaurantes y centros educativos, en su mayoría corresponde a áreas residenciales de estratos 5 y 6. Según la Alcaldía de Villavicencio (2013b), las vías son de categoría 5, es decir que tienen excelente estado en todos sus componentes, prácticamente son nuevas. Debido a la pendiente del sector la presencia de polvo vial es escasa. En general, el sector actualmente es una de las áreas residenciales de Villavicencio con mayor crecimiento, donde se destacan alrededor de cinco proyectos urbanísticos.

 

Sector Porvenir (SP)

 

En este sector el tipo de vehículos que transita es mixto, desde el particular pasando por el de transporte público urbano hasta el de transporte pesado, que principalmente acuden en búsqueda de servicios de mecánica automotriz, que se puede calificar como no tecnificado; además de esta actividad económica, predomina en toda el área la venta de autopartes para todo tipo de vehículos. Las vías presentan características de nivel 2, es decir en mal estado, y nivel 3 (Alcaldía de Villavicencio, 2013b). De igual forma se observan en las vías residuos sólidos y líquidos de tipo combustible, grasas, residuos de pulido de partes metálicas y residuos convencionales en general. La actividad comercial que allí se desarrolla por sus características genera evidentes sustancias contaminantes que pueden ser perjudiciales para la salud pública y los sistemas naturales.

 

Sistemas de muestreo del polvo vial

 

El período de muestreo fue de veintinueve (29) días, con intervalos de siete (7) días, para un total de cinco (5) muestreos para cada zona de estudio, para un total de 15 muestras. Las muestras se tomaron de forma compuesta directamente sobre la superficie de la vía utilizando un marco de 0,25 m2, donde se colectaron 200 gramos de polvo vial que fue empacado en bolsas selladas. Para la recolección de las muestras se utilizaron brochas de 3 pulgadas y recogedores plástico de mano; en cada sector se utilizaron distintos utensilios. El material recolectado se homogenizó utilizando un tamiz de 2,0 mm, con el objetivo de retirar impurezas de mayor tamaño como piedras, puntillas o material orgánico presente.

 

Análisis de laboratorio

 

La detección de las concentraciones de los metales pesados totales (Cd, Cu, Pb, Ni, Zn, Cr) se realizó de acuerdo con el método Digestión ácido nítrico, ácido clorhídrico y peróxido de hidrógeno, Espectrofotometría de Absorción Atómica con llama Aire – Acetileno, EPA 3050 B, SM 3111 B. Los límites de detección fueron: Pb 1,5 mg/L; Ni 0,12 mg/L; Zn 0,010 mg/L; Cu 0,038 mg/L; Cd 0,014 mg/L; Cr 0,076 mg/L. Todos los análisis se realizaron en el laboratorio químico de consultas industriales de la Universidad Industrial de Santander, acreditado por el IDEAM según Resolución 1659 de 2011.

 

Análisis estadístico

 

Se realizaron análisis de cluster y coeficiente de correlación de Pearson, debido a que son técnicas estadísticas que han sido utilizadas en investigaciones similares de metales pesados (Wei y Yang, 2010; Saeedi et al., 2012).

 


 

RESULTADOS Y DISCUSIÓN

 

Concentración de metales pesados

 

Las concentraciones de metales pesados para los sectores evaluados en la ciudad de Villavicencio, se presentan en la Tabla 1. El sector Porvenir (SP), presentó las mayores concentraciones en todos los metales pesados estudiados. A partir de la abundancia de metales en cada sector, estos se pueden clasificar así: SP>SA>SB. En general la abundancia de metales dentro de cada sector presentó el siguiente patrón:

 

 Sector Anillo vial      Zn>Cu>Pb>Cr>Ni>Cd

 

 Sector Buque           Zn>Pb>Cu>Cr>Ni>Cd

 

Sector Porvenir         Pb>Cu>Zn>Cr>Ni>Cd

 

La presencia de Cadmio (Cd) en los tres sectores evaluados no mostró concentraciones superiores al límite detectable.

 

 

Los valores varían ampliamente entre los sectores de muestreo, lo cual puede explicarse debido a las actividades económicas propias de cada sector, donde se destaca la presencia de Pb, Cu y Zn, lo cual corrobora lo mencionado por García y Poleto (2014) sobre la asociación de estos metales con el volumen de tráfico, estados de las vías, residuos de desgaste de neumáticos y frenos, y así como con residuos relacionados con los hidrocarburos tales como aceites y combustibles. Asimismo, dentro de los sectores de muestreo las desviaciones estándar indican alto grado de variabilidad de los metales independientemente del sector de estudio, lo cual se asocia a la heterogeneidad de la muestra y a las múltiples variables que no pueden ser controladas entre cada periodo de muestreo.

 

El tema de contaminantes urbanos ha sido normatizado en países como México (NOM-147-SEMARNAT/SSA1, 2004), Argentina (Decreto 831/1993) y Venezuela (Decreto, 2635 de 1998), donde se han establecido límites permisibles para metales pesados presentes en suelos de sectores comerciales, residenciales e industriales, y en el caso venezolano para los contenidos máximos que pueden presentar cuando se va a confinar en un relleno. Para Colombia de acuerdo con Rueda, Rodríguez y Madriñán (2011), no existen instrumentos legales relacionados con los contaminantes urbanos, caso metales pesados, sus valores máximos permitidos y también faltan valores de referencia de contenidos naturales de metales pesados en los suelos del país, que permitan evaluar e identificar problemas de contaminación. En consecuencia, en el análisis se toman como referencia natural los valores obtenidos por Fadigas et al. (2006) para Brasil, debido a similitudes edáficas.

 

Plomo

 

Las mayores concentraciones de Pb se detectaron en el sector SP con 1289,4 mg/kg en promedio superando ampliamente el valor tomado como referencia de 17 mg/kg (Fadigas et al., 2006), del mismo modo el sector SP sobrepasa los valores máximos permisibles planteados para sectores comerciales en México, 400 mg/kg (NOM-147-SEMARNAT/SSA1, 2004), y para Argentina de 500 mg/kg (Decreto 831/1993). En el caso del sector SA el promedio para el Pb fue de 87,5 mg/kg y para el sector SB de 26 mg/kg, aunque superan los valores de referencia se mantienen por debajo de los valores permisibles en sectores residenciales y comerciales propuestos en México y Argentina.

 

En Colombia, Zafra et al. (2013b) reportan valores de 81 y 202 mg/kg de Pb en muestras de polvo vial tomadas en Soacha (Cundinamarca), estos valores son cercanos a los que se reportan en el sector SA y por debajo de lo encontrado en SP; sin embargo, este municipio en términos de población –500.097 habitantes para el año 2014– (DANE, 2010), es mayor que la ciudad de Villavicencio. En estudios publicados por García y Poleto (2014), en sectores comerciales de la ciudad de Porto Alegre (Brasil), con población que supera el millón de habitantes, encontraron en promedio 655 mg/kg de Pb, valor inferior al encontrado en el sector SP.

 

Estas concentraciones de Pb están estrechamente relacionadas con las actividades que se desarrollan en cada sector y con el flujo de vehículos que transitan, que para el caso de Villavicencio en el sector SP, con las mayores concentraciones de Pb, se vincula con actividades de mecánica automotriz “rudimentaria” carente de prácticas de manejo y gestión de los residuos propios de la actividad como aceites, limaduras metálicas, residuos de pintura, derivados de hidrocarburos, principalmente.

 

Zinc

 

Las concentraciones de Zn en los sedimentos viales estudiados oscilan entre 85,6 y 511,8 mg/kg, donde el sector que presentó las mayores concentraciones fue SP con 387,6 mg/kg en promedio, seguido de SA y SB con 133,3 y 108,3 mg/kg respectivamente; en todos los casos se superan los valores de referencia natural de 59,9 mg/kg (Fadigas et al., 2006). Sin embargo, los sectores SA y SB están por debajo del valor permisible según la normatividad argentina, que para ambos casos es de 500 mg/kg en sectores residenciales y/o comerciales (Decreto 831/1993). En el municipio de Soacha, los valores de este metal oscilaron entre 57 y 62 mg/kg (Zafra et al., 2013b), valores menores a los encontrados en los tres sectores estudiados en la ciudad de Villavicencio. Christoforidis y Stamatis (2009) relacionan el Zn con la fuga de sustancias derivadas de hidrocarburos y con el desgaste de algunas partes de los vehículos, descripción consistente con el sector SP, donde se observan derivados de hidrocarburos en las superficies de las vías, sumado a limadura de partes metálicas. Aunque el zinc es un elemento esencial para la vida, la inhalación del polvo con partículas de éste puede causar problemas de salud como la fiebre de los humos, dolor de cabeza, entre otros problemas (López, Castillo y Diazgranados, 2010).

 

Cobre

 

Las concentraciones de Cu en el sedimento vial de los tres sectores estudiados en promedio alcanzó valores de 23,7, 126,3 y 490,2 mg/kg para SB, SA y SP respectivamente, donde en el sector SP el valor máximo fue de 903,0 mg/kg. El límite permisible argentino es de 100 mg/kg y solo lo cumpliría en este caso el sector SB. Por otro lado, en los estudios de Zafra et al. (2013b) se encontraron concentraciones de 33 y 52 mg/kg, valores por debajo de los sectores SA y SP en Villavicencio.

 

Níquel y cromo

 

Los promedios de Ni estuvieron en 5,3 mg/kg en el sector SA, 7,2 mg/kg en el SB y 54,3 mg/kg en el SP; los sectores SA y SB permanecieron por debajo del valor de referencia de 13,2 mg/kg (Fadigas et al., 2006), superado únicamente por el sector SP. En lo que respecta al Cr los niveles promedio fueron 9,4 mg/kg en SA, 7,3 mg/kg en SB y 60,2 mg/kg en SP. Al igual que en el metal anterior, el valor de referencia de 40,2 mg/kg solo es superado por el sector SP. Por otro lado, los tres sectores estudiados presentan niveles Ni inferiores a los planteados por las normas de México y Argentina con 1600 y 100 mg/kg respectivamente, y lo mismo para Cr donde el límite permisible es de 250 mg/kg en Argentina. De acuerdo con estos resultados y los límites permisibles de México y Argentina para sectores comerciales y residenciales, se podría decir que las concentraciones encontradas no generan riesgo para la salud pública.

 

En estudios realizados en ciudades como Palermo (Italia), Varrica et al. (2003) encontraron un promedio de 14 mg/kg para el caso del Ni y 218 mg/kg para Cr, valores que superan los presentes en los sectores SA y SB, caso similar a lo encontrado en Ottawa (Canadá) y Teherán (Irán) , con 15,1 mg/kg-Ni, 43,3 mg/kg-Cr (Rasmussen, Subramanian y Jessiman, 2001) y 34,8 mg/kg-Ni, 33,4 mg/kg-Cr (Saeedi et al., 2012) respectivamente, sin embargo, es necesario considerar que estas ciudades superan ampliamente la población y las actividades industriales de la ciudad de Villavicencio.

 

Los tres sectores evaluados presentan diferencias en tráfico vehicular, el sector SA por ser un sector de paso obligado desde o hacia Bogotá, mientras que por el sector SB transitan vehículos particulares de residentes y visitantes, y en el sector SP por ser un sector de comercio dirigido a servicios automotrices tiene diariamente visitas de toda clase de automotores. La actividad principal del sector es otro factor influyente, si bien los sectores SP y SA tienen dedicación comercial presentan diferencias evidentes. Estudios similares han determinado que las áreas con mayor presión vehicular y derrame de combustibles presentan las mayores concentraciones de metales pesados (Duong y Lee, 2011).

 

En la Tabla 2., se presentan los resultados de la correlación de Pearson, los cuales indican que la mayoría de los metales están altamente correlacionados entre sí. Los pares Pb-Zn, Pb-Cr, Ni-Zn, Ni-Cu, Ni-Cr, Zn-Cu, Zn-Cr y Cu-Cr alcanzan una significancia de P < 0,01, por otro lado el Pb-Cu se correlacionan con una significancia de P < 0,05 y Pb-Ni con una correlación positiva moderada (r = 0,449), esto indica la posible fuente común que comparten estos elementos metálicos, tales como: el desgaste de neumáticos y pastillas de frenos, aceites, grasas y otros hidrocarburos. Los coeficientes de correlación más altos fueron para Ni, Cu, Cr y Zn (r > 0,900) y el Cr y el Ni están asociados a pinturas usadas en recubrimientos de automóviles, mientras que el Zn y Cu al degaste de otras partes (De Miguel et al., 1997; Zafra et al., 2013b). En estudios de Atiemo et al. (2011) y Saeedi et al. (2012) también encontraron alta correlación entre los metales, indicando la posible fuente común y de origen antropogénico.

 

 

De acuerdo con De Miguel et al. (1997), factores como la temperatura elevada y la exposición a la intemperie aceleran los procesos de corrosión, lo que provoca desgaste de partes metálicas que en muchos casos consisten en aleaciones de Zn, Cu, Ni, etc., que finalmente termina en la liberación de los metales al medio ambiente urbano y a la acumulación en el polvo de la calle. En general, el tráfico y las actividades que se desarrollan en los diferentes sectores son las principales fuentes de los metales pesados. Finalmente, el caso del Pb se ha venido asociando con restos de combustibles y producto del escape de los automóviles, sin embargo el cambio gradual a combustibles libres de Pb, deja el interrogante de cuál es la fuente principal de este metal especialmente en el sector SP donde se presentaron las concentraciones más altas.

 

 

El análisis de conglomerados que se presenta en la Figura 2, muestra la formación de dos agrupaciones, en la primera está el Pb y en la segunda el Ni, el Cr, el Zn y el Cu, estos cuatro presentaron correlaciones mayores a 80%. Asimismo, el Ni y el Cr forman una subagrupación consistente con el r = 0,944, y con lo mencionado por Gonelli y Renella (2013), sobre el uso de estos metales en pinturas y en aplicaciones metálicas de automóviles; asimismo, el Zn y el Cu forman otra de las subagrupaciones con r = 0,966; estos cuatro metales están directamente relacionados en compuestos vinculados con los neumáticos de automóviles, pastillas de frenos, aceites y grasas y recubrimientos (Zafra et al., 2013a). El Pb se mantiene en solitario, lo que puede indicar que la fuente probable sea diferente a los demás. En el sector SP, donde se encontraron las mayores concentraciones de estos metales, podría asociarse como se ha presentado anteriormente con la presencia de hidrocarburos y algunos derivados sobre la superficie de las vías y limaduras metálicas relacionadas con la actividad y los servicios de reparación que se prestan sobre las vías del sector.

 


 

CONCLUSIONES

 

Los sedimentos viales son un factor que aumenta con el crecimiento y la dinámica de las ciudades y puede ser responsable de numerosos impactos ambientales. En la ciudad de Villavicencio se encontró que las mayores concentraciones de metales pesados, especialmente Pb, en el polvo vial se encontraron en el sector Porvenir (SP), lugar con una actividad de mecánica automotriz “rudimentaria” y mala disposición de los residuos que se generan. Asimismo, se podría considerar que la procedencia en general de Pb, Zn, Cu, detectados en las zonas estudiadas es de fuentes antrópicas.

 

La ciudad de Villavicencio a pesar de tener un menor tamaño poblacional en comparación con otras ciudades donde se han estudiado metales pesados en el polvo vial como Soacha, Palermo y Porto Alegre, presenta concentraciones superiores de Pb, Cu y Zn. Esta condición plantea una alerta sobre las fuentes y cómo se debe gestionar este tipo de residuos en la ciudad con el fin de evitar las consecuentes problemáticas asociadas a la salud humana y al deterioro de sus sistemas naturales.

 

De igual forma, queda abierta la necesidad de que en el país se considere una normatividad específica para el caso de los metales pesados en sedimentos y suelos urbanos.

 


 

AGRADECIMIENTOS

 

Los autores agradecen el apoyo financiero de Ecopetrol S.A., mediante el convenio con la Universidad de los Llanos Nº 5211592, de la misma manera al personal del Laboratorio Químico de Consultas Industriales – UIS, y al Instituto de Ciencias Ambientales de la Orinoquia Colombiana de la Universidad de los Llanos.

 


 

REFERENCIAS

 

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1.   Convenio 5211592 - Universidad de los Llanos y Ecopetrol, “Identificación de alternativas de manejo ambiental de los ríos Guayuriba y Ocoa y Caño Quenane-Quenanito de la cuenca del río Meta, Orinoco, basado en estrategias educativas investigativas y de proyección social”.

2.     Ingeniero Agrónomo, Universidad de los Llanos. M.Sc en Ciencias Ambientales. Instituto de Ciencias Ambientales de la Orinoquia Colombiana. Grupo de Investigación en Gestión Ambiental Sostenible –GIGAS–. This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.

3.     Biólogo, Universidad Nacional de Colombia. Ph.D en Energía y Tecnologías del Medio Ambiente para el Desarrollo. Docente Investigador. Instituto de Ciencias Ambientales de la Orinoquia Colombiana. Grupo de Investigación en Gestión Ambiental Sostenible –GIGAS–. This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.

 


 

Para citar este artículo: Trujillo-González, J. M. y Torres-Mora, M. A. (2015). Evaluación de metales pesados acumulados en polvo vial en tres sectores de la ciudad de Villavicencio, Colombia. Revista Luna Azul, 41, 296-308. Recuperado de http://200.21.104.25/lunazul/index.php?option=com_content&view=article&id=115

LA CRISIS MEDIOAMBIENTAL Y SU IMPACTO COMO EPISTEMOLOGÍA COMPLEJA

 

Taeli Raquel Gómez Francisco1

 

Recibido el 3 de septiembre de 2014, aprobado el 10 de febrero de 2015 y actualizado el 4 de mayo de 2015

 

DOI: 10.17151/luaz.2015.41.14

 

RESUMEN

 

Este trabajo tiene por objetivo demostrar que el actual estadio contradictorio de la relación sociedades-naturalezas también viene dado por la manera histórica que la Epistemología y los paradigmas científicos han producido. Lo anterior implica indagar históricamente para demostrar que ello tiene un origen delimitado, y, por lo tanto, lejos de naturalizarlo, es posible superarlo como paradigmas limitados históricamente. Y desde ahí comprender que los paradigmas científicos complejos actuales, exigidos por la cualidad y magnitud de una crisis ecosocial, aportan a las nuevas nociones de realidad, mayor integración, relación e interdependencia, lo cual favorece nuevas propuestas a la crisis medioambiental. Con ello, entonces, la Filosofía y la Epistemología, como espacios reflexivos, pueden dialogar como saberes relevantes, en la necesidad de convertir una expectativa ideal de sobrevivencia humana-no humana en esperanza de futuro.

 

PALABRAS CLAVE

 

Medio ambiente, crisis ambiental, paradigmas mecanicistas, complejidad, Epistemología.

 

ENVIRONMENTAL CRISIS AND ITS IMPACT AS COMPLEX EPISTEMOLOGY

 

ABSTRACT

 

This work aims to demonstrate that the current adversarial stage of the relationship societies-natures is also being happening because of the historical way that Epistemology and scientific paradigms have produced. This implies to investigate historically to demonstrate that this has a delimited origin and therefore, far from naturalizing it, it is possible to overcome it as historically limited paradigms and from there to understand that current complex scientific paradigms, demanded by the quality and magnitude of an eco-social crisis, contribute to new notions of reality, a greater integration, relationship and interdependence, which encourages new proposals to the environmental crisis. Then, philosophy and epistemology, as reflective spaces can dialogue as relevant knowledge, on the need to transform a human-nonhuman ideal expectation of survival in hope for the future.

 

KEY WORDS

 

Environment, environmental crisis, mechanistic paradigms, complexity, epistemology.

 


 

INTRODUCCIÓN

 

En el informe de la UNICEF (2012), denominado “Mi hijo ya no come arena”, se denuncia que alrededor de 6,9 millones de niños menores de 5 años mueren cada año por causas prevenibles, y que una tercera parte de estas muertes está relacionada con la desnutrición. Al mismo tiempo, el Informe Anual 2011, elaborado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), señala que el calentamiento global, la contaminación, la explotación de los recursos naturales, no tienen una proyección amable para la vida del Planeta. En consecuencia, el grado de importancia que asume hoy y la indivisibilidad de los problemas sociales y ecológicos, deviene crisis ecosocial.2 Esta realidad es inquisidora de cualquier actitud pasiva que puedan adoptar el pensamiento, el saber científico y la Filosofía, en especial, cuando se ha puesto en inminente riesgo la sobrevivencia de la especie y la vida del Planeta.

 

En tal sentido, la relación sociedades-naturalezas3 no solo está instalada en nuestra historia actual como una realidad contradictoria de amenaza planetaria y vital o, al menos, de nuestra especie, sino, al mismo tiempo, ha producido cambios a la noción de realidad y al cómo conocerla, lo que es fundamental para intervenirla. Por lo tanto, los cambios que en el saber científico se susciten afectan significativamente la visualización y comprensión del objeto a abarcar, tanto sus macro movimientos, como el hambre, la pobreza, la contaminante lluvia ácida y una acelerada disminución de la capa de ozono, o bien, como de los micro y localizados problemas de vulneración de derechos, la pérdida de biodiversidad del Amazonas, la disminución de bosque nativo y humedales.

 

De la valoración de dichas consideraciones nos surgen las siguientes interrogantes: ¿la relación sociedades-naturalezas y sus plurales acoplamientos han sido determinantes o han ejercido algún grado de influencia en la imagen de realidad y del cómo la conocemos?, ¿existe alguna ligazón o interdependencia entre ello, especialmente, entre la crisis ecosocial y los cambios epistemológicos?

 

Para abordar este trabajo nos enfocaremos en la relación sociedades-naturalezas, desde sus momentos primitivos hasta su estado de crisis ecosocial, para que, desde el saber omnicomprensivo de la Filosofía, se pueda identificar y comprender la indivisibilidad del proceso histórico y sus representaciones espirituales-gnoseológicas, abarcando desde la magia hasta el paradigma científico de la complejidad. Además de ser un requerimiento ético desde y para las Generaciones Futuras en el contexto de una crisis ecosocial que exige transformaciones más complejas.

 


 

LA IMPORTANCIA DE LA RELACIÓN SOCIEDADES-NATURALEZAS, EN LA CONCEPCIÓN DE REALIDAD Y PARA LA TEORÍA DEL CONOCIMIENTO

 

A pesar de proponer con el subtítulo una lectura histórica de la relación sociedades-naturalezas, lo iniciamos desde una inspiración actual, es decir, desde la crisis ecosocial.4

 

La presencia de una crisis ecosocial como un estadio contradictorio, representa un desafío histórico y epistemológico de sobrevivencia. En otros términos, queremos plantear la importancia que tienen las nociones de realidad –determinadas por las distintas prácticas históricas– para favorecer o no la relación sociedades-naturalezas. Como veremos, la incapacidad para visibilizar la crisis ecosocial como una unidad y, por el contrario, fragmentarla, ha estado instigada por modelos científicos reduccionistas provenientes de la concepción de un mundo divisible y simple, que venía con la metáfora de la máquina, lo cual derivó en distintas revoluciones científicas5. Afortunadamente, con aires de esperanza, la magnitud de la crisis convocó nuevos paradigmas científicos de tendencias más generales, como los complejos.

 

En consecuencia, para visibilizar esta importancia, haremos una revisión histórica. En razón de ello, demostraremos que no siempre los límites divisorios entre las naturalezas y sociedades han sido los mismos y han influido en las imágenes de la realidad de la misma forma; más bien, la tajante separación entre una y otra fue naturalizándose desde la modernidad con la ayuda de la racionalidad científica fraccionadora y el saber científico. Sin embargo, hoy resulta difícil afirmar fronteras entre lo natural y social; por el contrario, diremos que se encuentran condicionadas históricamente, y por lo tanto de ello depende nuestro conocimiento para intervenir de la manera que se requiere.

 

Para abordar lo anterior, proponemos una atención histórica primitiva, desde la antigua Grecia en adelante, como un momento importante para la formación de nuestro pensamiento occidental. Intentamos involucrar el supuesto ontológico presente en algunas épocas, al sujeto histórico cognoscente y tal actividad.

 

a) Un modo de producción primitivo

 

Un modo de producción primitivo se caracteriza por un nivel de inmediatez y por su unidad sincrética, donde no existen diferenciaciones y, menos aún, la existencia de un individuo como entidad sustantivada independiente de la Pachamama. Para las culturas antiguas la relación sociedades-naturalezas es muy distinta a la actual, pues los primitivos están más cerca de afirmarse inclusivamente con la naturaleza que con un otro de su misma especie; por ejemplo, con su Tótem mantienen un vínculo de parentesco más cercano que con un humano de otra tribu.

 

La relación sociedades-naturalezas se manifiesta a nivel de alianza y sobrevivencia como una relación de carácter inmanente a través de diálogos entre seres humanos-no humanos. Sin presuponer por ello un pensamiento abstracto y teórico, sino más bien, se actúa directamente sobre imágenes concretas (Donini, 1961, p. 191). Con un animismo, sobre concretos, como una planta con maná o poder otorgado a materiales orgánicos e inorgánicos.

 

Todo ello nos da cuenta de una forma de conocer en la inmanencia del animismo y la magia.6 En esta lógica, para el hombre primitivo, entre él y determinados objetos de la naturaleza “existen nexos ocultos, y que precisamente los mismos son los promotores del influjo pernicioso o benéfico de las cualidades sobrenaturales incorporadas en los objetos” (Burlatski et al., 1982, p. 190). Desde ahí es coherente sostener la posibilidad de influir mediante determinadas representaciones y acciones sobre las personas, animales, vegetales y, en general, sobre los fenómenos de la naturaleza y la vida humana.

 

Decir que ellos no podían conocer y explicar la naturaleza, y que por tal razón recurrían a nociones mágicas sería una arrogancia cultural. Por el contrario, había una relación interna desde su práctica entre su noción de realidad, la forma de conocerla y su técnica de intervención. Así, por ejemplo, las pinturas rupestres que evidencian esta conexión íntima y no externa entre el humano-no humano, como la técnica animista de la caza, no tendrían sentido.7

 

b) Sociedades griegas

 

En las sociedades de clase, como la esclavista, se producen separaciones entre el campo y la ciudad, entre el trabajo manual e intelectual, lo que implica la emancipación de la idea de su soporte concreto y el saber filosófico.

 

No es casual, entonces, que en la necesidad de favorecer el comercio marítimo surja el logos, lo que favorece el encuentro entre los distintos pueblos, a pesar de sus diferencias; razón por la cual, se puede decir, que los primeros filósofos griegos estuvieran en los bordes marítimos como Miletos, y que, más aún, sus problemas filosóficos fueran la búsqueda de algo permanente, como el arjé.

 

Es en estas condiciones donde aparece la physis y la Filosofía como un saber que la favorece. Con tales elementos se le da unidad al cosmos. Ello es un aporte histórico que les vale a los griegos el inicio de su propuesta filosófica; en última instancia, la posibilidad de representar una realidad, en tanto atención a las esencias, como el Nu o masa líquida que propone Tales de Mileto, el apeiron Anaximandro, el aire Anaxímenes, el fuego Heráclito. Este comienzo filosófico tampoco distingue al hombre de la consideración cosmológica. Desde esta lógica, el propio hombre se explica indistintamente, y se concibe como un elemento integrante más; ni siquiera lo transforma en un problema filosófico específico: los mismos principios que explican la constitución del mundo, lo hacen de éste (Abbagnano, 1955, p. 11).

 

Entre todas las posiciones se establecen ciertas constantes que sincronizan el cómo concebir el ser de la realidad –como su lado más ontológico– y la forma de conocerla –como su propuesta gnoseológica–. Así, por ejemplo, los antiguos atomistas, Leucipo y Demócrito, señalan la composición de unos átomos, que mediante el orden y su posición no solo dan cuenta del ser, sino, además, del conocer. Esta correspondencia les era tan inmanente, que “la sensación nace de imágenes que las cosas producen en el alma mediante flujos o corrientes de átomos que emanan de ellas” (Abbagnano, 1955, p. 39). También podemos mencionar el razonamiento de los eleáticos, como Empédocles, para quien el conocimiento se produce por el encuentro entre el elemento que reside en el hombre y coincidiendo con el –elemento– que está fuera de él, es decir, la conexión integrada se da por inseparabilidad hombre con el Universo. En definitiva, para que esto no sea absurdo en su época, debe haber coherencia entre el ser y conocer, y los supuestos y enfoques que lo permiten.

 

En general, el recorrido por la Filosofía griega nos da cuenta de que a pesar de todas las grandes diferencias, los problemas filosóficos unen la relación hombre-naturaleza y la Gnoseología. Platón, por ejemplo, enlaza su cosmología y antropología con el mundo de las ideas; la dualidad cuerpo alma y la anamnesis implica un conocer-reconocer, un hombre que antes de instalarse en su cuerpo estuvo en contacto con el ser verdadero. La perspectiva de la teoría del conocimiento aristotélica, contrariamente al idealismo objetivo de su maestro, reconoce la existencia de una realidad, más bien independiente del sujeto, donde las sustancias son descritas, en tanto, como pensamientos que explican sus cualidades y atributos, apoyándose con una identidad lógica y teleológica. También se encuentra el vínculo relacional de lo ontológico y lo gnoseológico en la filosofía epicúrea o estoica que vincula la concepción de naturaleza y las relaciones humanas a la Ética y Teoría del Conocimiento.

 

También podemos reconocer en los griegos una cierta relación entre la –su– sociedad y la naturaleza, en la cual no importa una diferenciación dualista ni jerarquizada de la primera; más bien, el logos o nous une ser y conocer en una trama cósmica y categorial, como lo hace la ética aristotélica o epicureísta. No incurrimos en imprecisiones cuando afirmamos que la desconexión de naturalezas y sociedades es una figura –también– extraña para el mundo antiguo de los griegos; consecuentemente, creemos, que de igual modo se puede afirmar que la separación sujeto-objeto no tuvo cabida en otros contextos culturales, tan claramente como lo ha sido para el clásico moderno.

 

La profundidad griega nos otorga información de cómo se relaciona el contexto histórico socio-natural con su objetivación filosófica en general, y su particular recepción en el momento gnoseológico. Así pues, en una primera etapa, la subjetividad presocrática no nos presenta un mundo con independencia del cosmos; de igual modo, tampoco prevalece un momento epistémico que represente una conciencia de la conciencia de otro. Ángel-Lara (2003, p. 7) señala que, “Para el presocrático pensar el ser, es aprehender el ser y no sólo a una mera forma de pensarlo. Esta es una determinación fundamental de orden epistemológico-ontológico […]”, por el contrario, en una polis activa, el sujeto, en tanto ser social y político, se inclina en desarrollar con más énfasis el nomos –lo convencional– que la physis; es decir, desde una subjetividad que da cuenta de sí. En definitiva, el desarrollo de las sociedades con sus naturalezas, no es un proceso que transcurre por una vía distinta al ser y cómo conocer-la.

 

Podemos decidir, al mismo tiempo, que el derrumbe de la polis fragilizó el referente social que le sirvió al griego para un cambio filosófico, provocando un mayor interés por la ética como una nueva etapa de la filosofía griega, y desde ellas nuevas bases para sus propuestas epistemológicas. Epicúreo encarna esta ilustración cuando plantea la composición de la realidad formada por átomos, pero que esta vez, a diferencia de los atomistas anteriores, incorpora el vacío para intervenir las causalidades y el destino, en pos de afirmar la libertad y negar el miedo para lograr la felicidad; con ello validan a los sentidos como fuente del conocimiento, dado que estos átomos nos producen una impresión sensorial penetrando en nuestros sentidos y creando una imagen o impresión, una copia exacta. La lógica estoica plantea también el conocimiento como condición de vivir correctamente, en el contexto de una relación con la naturaleza.

 

Hay que develar, además, como enseña Delgado (2002), la relación que entre los saberes se establece; él sostiene que en el pensamiento antiguo coexistía una mayor multiplicidad horizontal entre los distintos saberes. Con Aristóteles, se ejemplifica a través de la distinción entre el arte o técnica y la sabiduría como modos del saber. A diferencia de nuestra época, el saber instrumental que media entre el hombre y su relación de poder fue, incluso, el menos valorado de todos; esto último porque se asociaba a labores propias de los esclavos, a diferencia de un pensamiento relacionado con el hombre libre de la polis. Con el fin de la polis, esta diversidad se desplomó, y el cambio de paradigma del universo, del hombre, en el período helenístico, se amplió en lo físico y lo político-social.

 

El individuo antes protegido y constituido por la polis, quedó a expensas de su propia fragilidad y fue impulsado a la búsqueda de nuevos elementos integradores lo suficientemente espirituales y fuertes, como para garantizar la solución de las rupturas.

 

c) Sociedades feudales

 

En el Medioevo cambian las relaciones socionaturales, y con ellas la imagen de mundo. Si para los griegos el movimiento demostraba la circularidad y lo cíclico de la naturaleza, donde a pesar de los cambios se mantiene una esencia, con las nuevas relaciones socio-políticas romanas y el cristianismo, se asumirá una cosmología que describe uno lineal, con un comienzo y un final, como lo plantea el sentido de Creación y su trascendencia.8 El animismo, sin embargo, perdura y obstaculiza plantear la dualidad sujeto-social versus naturaleza-objeto. Coincidimos con Ángel-Lara (2003, p. 4) cuando señala que “no hay un mero cambio de objeto, sino un cambio en el sujeto; cambio que se manifiesta como una transformación de los intereses de la reflexión”.

 

La actividad socioproductiva, el ámbito de las prácticas agrícolas y ganaderas, expresada como cercanía de las sociedades con la tierra, influye en una conciencia social divinizada. Esta, está afectada por la relación interna que aún existe entre sociedad y naturaleza, la que se nos presenta como una imagen de perfección que se desprende de la misma ley eterna y natural, de la cual nos emerge la explicación de nuestro ser y saber. De alguna forma, hay una cierta cercanía –aún– entre hombre-naturaleza, pues como dice Barros, en ámbitos semánticos “El hombre medieval no se confunde con la naturaleza como en las sociedades primitivas, ni se le opone como en las sociedades modernas y contemporáneas, pero mantiene su no-diferenciación del medio natural” (Barros, 1997).

 

Con esto, se da paso a un saber trascendente y espiritualizado. Coexisten la fe y la razón –pero en un contexto religioso–, donde esta última no siempre puede conocer las verdades, pues en algunos casos representa un límite para ellas. No obstante, la Iluminación y la Revelación producen una base no solo para el conocimiento, sino también para la técnica, como podrían ser los rezos, que requieren de la presencia de una voluntad que pueda ser modificada.

 

d) Sociedades capitalistas

 

Ahora bien, la formación económico-social capitalista cambia revolucionariamente la forma del trabajo y sus relaciones de apropiación. En este nuevo escenario histórico se altera la relación social y productiva, y, consecuentemente, la relación con la tierra. Este proceso se ve intermediado por la vinculación entre hombre máquina-herramienta; producto de ello, se producen mediaciones nuevas con alto nivel de desconexión, inclusive, hasta hacerlos antagonizar, en tanto especie y naturaleza. Es decir, el hombre deja de tocar y sentir la tierra, de sacar la leche, de criar animales, para mover a una máquina que haga ese trabajo por él. Esto facilita algunas bases culturales y epistemológicas que divorcian a las sociedades de las naturalezas, conformándolas de igual manera para los efectos epistémicos. Ello trae consigo nuevas conceptualizaciones de las naturalezas, de formas de conocer y con esto una crisis ecosocial.

 


 

LA MODERNIDAD Y LA RELACIÓN HOMBRE-NATURALEZA (CAPITALISMO-EPISTEMOLOGÍA)

 

Esta nueva cultura de relaciones sociales mercantiles va a cambiar a las anteriores que favorecen el animismo, la identidad y pertenencia, con lo cual cambia también la definición del sujeto a conocer, el objeto y la manera de hacerlo. Es decir, quién conoce, qué y el cómo, no son respuestas que se deban buscar ahistóricamente; por el contrario, requieren de los contextos históricos que determinen la imagen de realidad, pues desde ella surgen estas preguntas y respuestas.

 

Cuando hacemos referencia al mundo griego, pocas veces nos preguntamos por la conexión que existe entre la imagen de realidad –como el supuesto que permite convivir con una naturaleza posible, aquella voluntad devenida dioses– y el cómo la conocen, es decir, un ámbito relacional entre sujeto-sujeto. Por ello, ni Penélope ni el pueblo de Ítaca dudaron de una historia, que para nuestro siglo sería irrisoria, pues el enojo de Poseidón era una respuesta más plausible que los vientos y las mareas como simple fenómeno natural.

 

En esta nueva época, e inicios del capitalismo, la naturaleza deja de representar un sujeto, por ende, ya no se corresponde una necesidad colaborativa con ella. Esta la va alejando de todo animismo, ya no se necesita una buena relación para que esta provea una buena cosecha. Al ser la máquina la que lo haga, se desarrolla una tecnología con la misión de construirla y mejorarla; en consecuencia, para lograrlo, hay que atender a una revolución de tipo racionalista, apoyada en el ideal matemático de realidad. Kedrov (1990), lo denomina una revolución copernicana, porque eleva el pensamiento abstracto por sobre el común.9 En última instancia, la necesidad de mejorar –la máquina y tecnología– obliga a validar un nuevo pensamiento, uno que intenta favorecer Galileo cuando escribe que la naturaleza está escrita en lenguaje matemático, con los legalismos que le dan sentido.

 

A nivel de la teoría del conocimiento, la naturaleza pasó a ser susceptible de ser conocida a través de la razón y de un método que la ordena, desprovista de todo animismo que la subjetiva. El descubrimiento ocupa una manera de describir el proceso en el cual un sujeto distinto del objeto lo conoce por la revelación que éste hace a aquel; en otros términos, el sujeto se va a acercar a otro, quien se le exhibe gracias a la interrogación que le hace el método científico. El invento también adquiere notoriedad en la afirmación del sujeto. Todo ello en coherencia con una naturaleza que pasó a ser naturalizada como un abstracto externo, un no-yo. Con ello, el conocimiento se posesiona como problema filosófico durante gran parte de la modernidad, y no es algo banal para comprender la actual crisis ecosocial.

 

Algunas constantes de cambios epistemológicos y su impacto en la crisis ecosocial:

 

a) La relación epistemológica sujeto y objeto de conocimiento no sucede de manera distinta a la dualidad sociedades-naturalezas (yo, no-yo), de la producción cultural moderna, como lo atestigua Bacon (1998, p. 8), al señalar, “La historia o es natural o civil. En la historia natural se refieren los hechos de la naturaleza, en tanto que en la historia civil lo son los de los hombres”. Lo que en el mismo sentido se sigue con Descartes, al diferenciar la res cogitans, como la cosa que piensa –matemáticamente– y como una sustancia esencialmente distinta de la res extensa, o cosa extensa, que incluiría a la naturaleza como lo corporal-máquina. En ambos autores está presente la idea de dominio y manipulación del hombre hacia la naturaleza, dado que sintetizan una época que la convierte en un objeto desprovisto de vida, valor y belleza, posible de ser triturable y cosificada como mercancía, y garantizar así una nueva base productiva.

 

Esta escisión adopta diversas formas y sirve para las modernas fundamentaciones según los ámbitos de reflexión; desde la Filosofía política, Montesquieu, en términos generales, plantea una historia humana que evoluciona y, por otro lado, fenómenos naturales que permanecen invariables, como dualidad para argumentar su propuesta política y diferencias entre leyes positivas y naturales; los contractualistas, por su parte, distinguen entre la voluntad como artificialidad del mundo humano y un estado natural. En la Ilustración, se acentúa la separación hombre racional y mundo natural dominado, según el ideal del progreso e interés en los cambios económicos y culturales de la época, manteniendo la misma desconexión entre la historia natural y social.

 

b) En cuanto a este objeto de conocimiento, comenzó a perder lo vital del modelo aristotélico organicista y pasó a ser más cercano a la metáfora de máquina. Es el mecanicismo lo que permite hacer algunas reducciones. Galileo excluye la cualidad de la ciencia, restringiéndola a los fenómenos cuantitativos; Descartes, en su lógica, crea un método coherente que permite desmenuzar los fenómenos en partes para comprender las propiedades de estas y así el funcionamiento de todo. Y finalmente, esta gran máquina divisible, perfecta, gobernada por leyes, fue triunfalmente completada por Newton. Ello se va expandiendo a las distintas disciplinas; por ejemplo, la Biología lo reconoce en el modelo de circulación sanguínea (Capra, 1998).

 

Este objeto-máquina, además, fue cumpliendo con el determinismo causal al ser descrito a través de leyes, las cuales presuponen comportamientos uniformes y constantes del objeto, con un grado de universalidad y necesariedad. La voluntad de los dioses dejó de estar presente, pues de alguna manera arriesga toda la regularidad e inmutabilidad para que puedan cumplirse la ley natural y todas las certezas modernas.

 

c) En cuanto al sujeto, éste pasó a ser definido como un individuo racional, configurándose como un otro que observa neutralmente este movimiento permanente e inmodificable del objeto. Y con ello, la diferencia entre ambos se desprende de la exclusión del valor de la cognición, triunfando la objetividad del saber10 y lo que hoy cuestiona la Bioética, como veremos más adelante.

 

d) El saber científico ocupó un lugar privilegiado de supremacía por sobre otros, lo que jerárquicamente no había sucedido con tal fuerza; los otros saberes fueron desplazados en su validez; lo fue el saber común, religioso y mágico.

 

En cuanto a la organización del conocimiento científico, éste se dividió en distintas disciplinas y especialidades. Vitale describe la diversificación señalando que “Desde el momento en que la ciencia comienza a ser el motor de los principales avances técnicos para el crecimiento industrial, se fragmentó en tantas especialidades como requería el proceso productivo” (1998, p. 1). Algo de razón tiene cuando se relaciona el saber científico y la manufactura.

 

Además, los objetos de estudios se fueron divorciando como trama social-natural y estableciendo el cisma de dos culturas científicas, las ciencias duras y blandas, con sus distintas comunidades científicas, y con el fundamento teórico de clasificaciones como las de Dilthey, que separa las ciencias de la naturaleza del espíritu, entre otras. Con el apoyo de las bases dualistas cartesianas de disyunción sujeto-objeto, se plantea el mundo de los objetos, comprensible al conocimiento objetivo y científico, y, por otro lado, el de los sujetos, favoreciendo la división del conocimiento en ciencias duras objetivas, como la Física, Astronomía, Biología, y ciencias blandas reflexivas y sociales.

 

Posteriormente, las ciencias sociales pretenden acreditarse al alero de la legitimidad de las ciencias naturales –como lo detalla muy bien la investigación realizada por la Comisión Gulbenkian (Wallerstein, 1996)–. Su adscripción, desde el siglo XIX, al método científico implicó representar el objeto social de estudio de acuerdo a imagen y semejanza de esta nueva realidad natural. Lo que para entonces significaba no solo la búsqueda de cientificidad a sus propuestas, sino además revalidar los presupuestos que tuvo el saber científico en sus orígenes; la existencia de un objeto que fuera simple, regular y constante, manipulable, determinable y, por cierto, puesto de manera independiente del sujeto, quien, obviamente, es distinto de aquel; pero además, neutro, objetivo, desprendido de valoración por parte del investigador.

 

La influencia de esta orientación se manifestó, inclusive, en la definición de los objetos de estudios y nomenclaturas derivadas de la expectativa de las ciencias duras, como objetos de estudios, aparentemente, objetivables como la conducta en Psicología posesionada con el conductismo de Watson y posteriormente de Skinner; en el Derecho, la autonomía neutral de la norma jurídica, bajo los influjos de la Teoría Pura del Derecho de Kelsen (1994); en Sociología, el hecho social como “física social”; la Criminología positivista con pretensiones etiológicas que participan del análisis causal-explicativo (García-Pablos, 2007). La Historia como disciplina, desde Ranke, Niebuhr y Droysen, se orientó hacia la reconstrucción de la realidad pasada –de manera objetiva con fuentes primarias–. La Antropología no hizo nada distinto con los modos de organización y con las distintas costumbres sociales.

 

En definitiva, esto significó fundar modelos explicativos y admitir realidades que tuvieran una esencia de inmutabilidad y que, a la vez, permitieran buscar causas o sometimiento a legalismos; es el punto de inflexión más claro de la dualidad sociedad-yo y naturaleza no-yo. Esto irá cambiando desde el siglo XX, el cual abrirá paso a grandes revoluciones científicas, desafiadas no solo por las ideas, sino, principalmente, por las crisis ecosociales.

 


 

LA CRISIS ECOSOCIAL Y UNA EPISTEMOLOGÍA EMERGENTE

 

La época actual exige la solución permanente de problemas amenazantes, los que a su vez conllevan la visualización de otros, y de ello, el problema ecológico es uno de los principales exponentes. Una de las primeras estrategias de intervención a la crisis ecosocial, bajo el alero de un paradigma mecanicista, se intentó resolver dada la imagen científica de la máquina fraccionable con una solución específica, es decir, descontaminando un río, restringiendo los niveles de consumo de algún recurso, y otros de acuerdo a la necesidad concreta de un colectivo interesado. Todo lo cual, realizado bajo los límites explicativos del reduccionismo, de la dualidad cartesiana, del atomismo y bajo el alero de una disciplina particular, como la Biología, Zoología, e incluso la Jurídica.

 

Pero poco a poco aparecieron nuevos y conectados problemas que ponen en duda tal perspectiva, lo que ocasionó el surgimiento de nuevas metodologías, enfoques y pensamientos relacionales, como la Teoría General de Sistemas, los Pensamientos sistémicos y complejos. Con ello se comienza a entrelazar la relación sociedades-naturalezas, de manera de ir conformando un modelo epistemológico cada vez más considerativo de ambos, y cuestionado su estudio por separado; tanto desde las metodologías, como desde la propia institucionalización organizativa del saber y sus comunidades científicas. Un ejemplo de esto lo encontramos en el proceso e informe denominado “Los límites al crecimiento”, realizado por el Club de Roma.11 Una de las características de éste, que lo hacen notable y paradigmático, es su peculiaridad de planteamientos e interpretaciones como perspectiva global, no solo con el objetivo de dejar al descubierto la gravedad del problema ecológico, sino que además lo obtiene por la novedad del procedimiento. Sus resultados provienen de su multidisciplinaria composición y su metodología interdisciplinaria, conceptuado como alternativa histórica para comprender el problema que se configurará con extensiones globales y holistas.12

 

En definitiva, se asomaba una crisis ecosocial desbordante del control científico y de sus paradigmas clásicos de conocimientos, los cuales han debido aceptar su incapacidad para dar respuesta a los requerimientos complejos actuales, que demandan cambios y revoluciones epistemológicas, e incluso, de la propia racionalidad clásica.

 

Lo anterior, favorece en ámbitos epistemológicos la crisis hacia: a) ciertas constantes de la racionalidad científica –relación epistemológica sujeto y objeto de conocimiento, el mecanicismo y su método–; b) a la dificultad de mantener las fronteras entre lo natural y lo social, y su institucionalización como saber científico, dividido en ciencias naturales y sociales; c) a la pérdida de jerarquía excluyente de este saber respecto de otros, lo que le vale aceptar el común, mágico o mítico; d) además de poner en duda el prototipo de genio científico para comenzar a mirar el desenvolvimiento de comunidades científicas interesadas.

 

a) Rupturas de ciertas constantes de la racionalidad científica

 

Los distintos ámbitos científicos se ven demandados por sus problemas científicos y no encuentran respuestas en sus modelos tradicionales. Así, por ejemplo, la Física, con su concepción cuántica, reconoce que las partículas subatómicas carecen de significado como entidades aisladas del todo, lo que ha propiciado el abandono de la idea del mundo compuesto por entidades discretas o de ladrillos newtonianos y sus linealidades. A lo que se le suma la Teoría de la Relatividad de Einstein, la dualidad onda partícula, y el principio de incertidumbre de Heisenberg. En el ámbito de la Psicología, la caja negra, como se le denominó a la mente, irrumpe ante la insuficiente simplicidad del estudio de la conducta que consolidó la Psicología positivista, para ir complejizando con el constructivismo, o con teorías como la Gestalt, al sostener que el todo es más que la suma de las partes en la comprensión del funcionamiento mental. Por otro lado, la Ecología como disciplina, desde Haeckel, aporta a los cambios con el estudio de la relación de los seres vivos, sus hábitats, y con ello contribuye a las significaciones de redes, comunidad y sistemas vivos; está la noción de Biosfera, acreditada por el geólogo ruso Vernadsky, y la de Hipótesis Gaia, con la cual Lovelock y Margulis, afirman que la tierra está viva y que tiene un comportamiento autorregulado, oponiéndose a la concepción clásica de una tierra inerte e inorgánica de elementos inanimados, con leyes matemáticas de movimiento, que principalmente se habían construido desde la modernidad. Gaia representa el conjunto de toda la vida en la tierra como un único organismo relacionado desde las bacterias a los elefantes, tan interdependientes como las células de nuestro cuerpo. En la Biología molecular se correlaciona el todo y la parte sistémicamente, la autopoiesis de Maturana y Varela que señalan que toda la red viva se hace a sí misma, con las contribuciones de nociones como las de autorregulación del sistema vivo. La Cibernética y el aporte para conocer los patrones de comunicación, y las estructuras disipativas de Ilya Prigogine, entre algunos.

 

Los anteriores ejemplos nos permiten señalar que la ciencia participa como un eslabón en la cadena de las contraposiciones del hombre y la naturaleza, y de cómo se organiza de acuerdo a las bases culturales para sus conocimientos. Bien lo dice Heisenberg:

 

[…] no le es lícito hablar sin más de naturaleza ‘en sí’ […] La ciencia natural presupone siempre al hombre, y no nos es permitido olvidar que, según ha dicho Bohr, nunca somos sólo espectadores, sino siempre también actores en la comedia de la vida. (1976, pp. 12-13)

 

La dificultad de mantener fronteras entre lo natural y lo social, como lo mantuvo la institucionalización del saber científico que lo ha dividido en ciencias naturales y sociales, ha sido una consecuencia conjunta de lo anterior, pues los distintos ámbitos que fueron invadiéndose mutuamente también fueron avanzando hacia el reconocimiento de la complejidad como atributo de la realidad en sus dimensiones ontológicas y epistemológicas.

 

Las nuevas consideraciones comienzan a concebir a los sistemas complejos, como aquellos compuestos por componentes interrelacionados por procesos emergentes, hechos u objetos multidimensionales, interactivos, con un grado de aleatoriedad, azar e indeterminación; comienzan a propiciar nuevos paradigmas y consensos en las distintas comunidades científicas, las cuales van a sincronizar con un paradigma abarcador denominado por algunos complejidad o complejidades –dado que no es una sola como advierte Maldonado (1999)–. Entre quienes lo han impulsado desde distintas perspectivas están Sotolongo y Delgado (2006); con la nueva física, el tao de la física de Fritjof Capra (2003), o como un paradigma emergente entendido como conocimiento prudente para una vida decente, según De Sousa Santos (2009); o bien con Morin (2003) y la Cátedra itinerante de la UNESCO dedicada a la formación en Pensamiento Complejo y Epistemología Compleja; la Cátedra para el estudio de la complejidad propiciado por el Instituto de Filosofía de La Habana de Cuba, dedicado a temas relacionados con la complejidad y sus implicaciones teóricas, epistemológicas y metodológicas, solo a modo de ilustración.

 

Desde ahí, ni las sociedades, ni las naturalezas, pueden afirmarse de manera mecanicista, ni son posibles de ser estudiadas bajo el estereotipo de modelos científico-clásicos, sin asumir estas nuevas consideraciones a la complejidad, que como criterio general implican ruptura.

 

En definitiva, lo que comenzó a ser revolucionado desde ámbitos disciplinarios, hoy es compartido bajo un lenguaje científico común. Una relación sociedades-naturalezas en crisis ha transformado el conocimiento científico, no solo para conocerla, pues a diferencia del ideal moderno de manipulación antropocéntrico que lo hizo para dominarla y servirse de ella, hoy se requiere para sobrevivir. Esto es fundamental para diferenciar y validar la relación determinante e inmanente, entre crisis ecosocial y cambios epistemológicos.

 

b) La insuficiencia de las divisiones disciplinarias

 

La evolución de estas ideas se ha masificado como una necesidad de reflexiones en las comunidades científicas. Como parte de este movimiento, se convoca al “Primer Congreso Mundial de Transdisciplinariedad”, en el cual los participantes adscriben a un documento que se publicitó como “la “Carta de la Transdisciplinariedad”, y que en uno de sus principios manifiesta: “Sólo una inteligencia que dé cuenta de la dimensión planetaria de los conflictos actuales podrá hacer frente a la complejidad de nuestro mundo y al desafío contemporáneo de la autodestrucción material y espiritual de nuestra especie”13. La negación al reduccionismo, al pensamiento que mantiene la existencia de la mónada como metáfora de la realidad individual, es un elemento que está presente en un primer momento de la conciencia ecológica y en el sentido de la ruptura epistemológica.

 

Desde el aporte de la conciencia social ecológica, podemos ver la orientación que adquiere la imagen de la realidad, cada vez más multidimensional; necesitando de nuevos encuentros disciplinarios para abordarla. Se requieren desde tal desafío, la relación de disciplinas, y los aportes mutuos de sus saberes, desde la Estadística, Cibernética, Teoría de Sistemas, Física Nuclear, Bioquímica, Biología, Oceanografía, Termodinámica.14 Ello demanda la necesidad de unir disciplinas, enfoques, como la Ética Ambiental, que se basa en aportes de la Ecología, al igual que el nuevo paradigma (NEP, New Exceptionalism Paradigm) “capaz de considerar de una vez, efectivamente, la influencia recíproca ineluctable, entre leyes ecológicas y regulaciones políticas, económicas y sociales” (Padres, 1997, p. 17).

 

En definitiva, el movimiento de la conciencia ecológica evoluciona hacia una visión totalizante socio-natural. Con cada vez menos ámbitos desconectados en parcialidades, con lo cual produce una nueva forma del ser consciente, nuevo conocer y saber científico. Esta evolución ha revolucionado la perspectiva de la comunidad científica, la mantiene centrada en desafíos de tal envergadura, que se encuentra no solo en mejoramiento de teorías de interrelación, como la Teoría General de Sistemas, ni  Cibernética, o la Teoría de la Comunicación, sino también en la búsqueda de una teoría científica de la totalidad unificada. Stephen Hawking, uno de los investigadores actuales de mayor prestigio en el análisis de la totalidad, se pregunta por la “unificación de la física”, y se pronuncia por la búsqueda de una teoría que incluya todas las teorías parciales que conocemos, sin perjuicio de su carácter relativo (Hawking, 1998, pp. 224-225) y lo que ha impulsado el sentido del holismo.

 

En definitiva, los nuevos paradigmas científicos de la complejidad provenientes de la realidad socionatural y su tendencia incluyente se manifiestan en cambios epistemológicos que abarcan momentos de cambios institucionalizados, como lo son las organizaciones del saber científico de acuerdo a objetos de estudios, denominados naturales o sociales. Lo que de alguna forma, a partir de la complejidad de la relación socionatural, se acerca a tendencias multidisciplinarias, interdisciplinarias e incluso transdisciplinarias. Además de las relaciones a nivel de redes, procesos y conexión de sistemas complejos con fronteras difusas.

 

c) El riesgo de las Generaciones Futuras nos ha producido una conciencia de especie, que nos formula la pertenencia a una categoría superior, hacia la objetivación de la relación naturaleza humana-no humana y que la conciencia ecológica encarna con la unidad de yo-no yo (Gómez, 2007).

 

Al mismo tiempo, la pérdida de jerarquía excluyente de este saber respecto de otros le vale aceptar el común, mágico, mítico de las sabidurías ancestrales, como es el caso, por ejemplo, de las medicinas tradicionales, las que han sabido ir recuperando un lugar que el saber científico les había despojado.

 

En algunos niveles, las comunidades científicas, como productoras de conocimiento, han ido perdiendo credibilidad y con ello el saber que portan. La Bioética, tanto en su visión aplicada como la global potteriana, ha dado una voz de alerta a esta amenaza.

 

Especial mención merece el surgimiento de la Bioética. El término y propuesta es un legado de Van Rensselaer Potter,15 como también su reflexión, que promueve la necesidad de crear un puente hacia el futuro que comunique a las dos culturas –hasta ahora disociadas, las ciencias y humanidades, erigiendo para ello a la disciplina de la Bioética–. Este autor fue uno de los primeros que denotaron, en la década del setenta del siglo pasado, la urgente necesidad que tiene la humanidad de la existencia de un saber que le proporcione conocimiento inclusivo de lo cognitivo y valorativo, y del cómo usar los nuevos avances científico-tecnológicos en las relaciones vida-muerte, naturaleza, universo-ciencia, tecnología.

 

Se plantea, incluso, a la Bioética como un nuevo saber (Fung, 2002) y entre los argumentos que figuran para caracterizarla está la incorporación del valor a la cognición que niega la dualidad establecida desde la modernidad, principalmente por Kant, quien proyecta la separación entre el ámbito del conocimiento y el de la voluntad (Sotolongo, 2002); su pretensión de totalidad como saber omnicomprensivo con capacidad heurística a la transdisciplina como unidad de perspectiva entre lo científico y humanista, negando así las clásicas independencias entre lo social y natural. El desafío lo enfrenta a una nueva reflexión sobre la ciencia y la tecnología, la vida, el ambiente, la organización social, conductual, reflexiva-valorativa.

 

d) La comunidad científica, como portadora de la conciencia ecológica desde una faz cognitiva, es decir, como un grupo capaz de proporcionar un nivel sistematizado de organización de los elementos informativos, a niveles de teoría y empiria, pertenece a una sociedad civil a la que se le exige ser autoconsciente de la importancia que representa su participación en la etapa de crisis ambiental. Además, se le reconoce su papel educativo divulgador del cambio de patrones contaminantes, y más específicamente su significativo aporte a la mediación de las políticas públicas, como analiza Delgado.16

 

Además de poner en duda el prototipo de genio científico para comenzar a mirar el desenvolvimiento social y de poder de las comunidades científicas lo plantea desde fines del siglo XX, con autores como Lakatos (1993), Feyerabend (1998) y Kuhn (1998).

 

En definitiva, la relación sociedades-naturalezas demanda una lectura de crisis para teorizar sobre ella y transformar lo que se requiera para sobrevivir.

 


 

UNA REFLEXIÓN FINAL Y CONCLUSIÓN

 

1) Ni la Filosofía ni la Epistemología, en particular, deben obviar el desafío de nuestra historia actual, donde los humanos y no humanos están en permanente relación con el dolor y el riesgo de no sobrevivir. En consecuencia, desde las Generaciones Futuras se nos exige un compromiso militante con las reflexiones que se pretenden validar como fuente de conocimiento y base de decisiones.

 

2) La práctica social actual está determinada por la crisis ecosocial, lo que no solo nos advierte contradicción, sino, al mismo tiempo, un estadio histórico que dificulta la separación, en todos los niveles, de la relación sociedades-naturalezas. En otros términos, las dimensiones sociales, al ser concebidas como categorías, es decir, al representar la actualidad de la interacción real del sujeto y objeto histórico, no pueden obviar la indivisibilidad de la relación sociedades-naturalezas como fundamento de configuración de realidad e interacción en ella desde los saberes hegemónicos, especialmente el científico.

 

3) Los contextos históricos culturales dan cuenta de una coherencia que se produce entre una imagen de realidad, que abarca la relación sociedades-naturalezas y las formas de conocerlas.

 

4) Los inicios del capitalismo nos legaron una epistemología histórica y con ella una manera de concebir la realidad. Una relación sociedades-naturalezas, donde la naturaleza se transformó en una máquina descomponible, regular y constante; el sujeto en un racional, neutro y distinto de la naturaleza y un contexto favorable como ideal de manipulación y dominación del segundo a la primera. Todo lo cual coadyuvó al estado actual de crisis ecosocial y a la insuficiencia y límites de sus soluciones.

 

5) La crisis ecosocial porta la contradicción de una relación específica, o sea, de un tipo de sociedad-naturaleza; y con ello, la insuficiencia del conocimiento científico simplificador, tanto de sus paradigmas reduccionistas como de la eliminación del valor de los procesos cognitivos y la producción del conocimiento científico.

 

6) La validez y legitimidad de los cambios epistemológicos deben ser coherentes con los tiempos presentes y futuros. Porque para poder actuar en nuestra obra, debemos validar que somos actores principales, tanto como la naturaleza, sin la cual no podríamos respirar futuro. Conocer esta trama exige una epistemología compleja.

 


 

REFERENCIAS

 

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1.   Abogada y Doctora en Ciencias Filosóficas de la Universidad de La Habana. Académica de la Universidad de Atacama de Chile (Av. Copayapu 485, Facultad de Ciencias Jurídicas, Copiapó III Región Chile). Docente investigadora en el área de Filosofía del Derecho. This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.

2.     Por lo tanto, utilizamos la noción de ecosocial como un término que nos propusimos para integrar la relación sociedades-naturalezas en una sola crisis, pero además para enfatizar la contradicción, no solo las consecuencias.

3.     Aludimos en plural a ambos conceptos, en primer lugar, para enfatizar el carácter histórico de la significación de la relación; por lo tanto, sin absolutez universal, ni invariabilidad, como relación sociedad y/o naturaleza. Y en segundo, las unimos a través de plecas, para afirmar que sus definiciones surgen desde la relación, y no son previas a ellas. Bien señala el Nobel Heisenberg (1976), cuando afirma que la imagen no es la de naturaleza, sino de nuestra relación con ella.

4.     Este aparente contrasentido lo resuelve Luis Borges, cuando dice que son los sucesores quienes crean a los precursores. De ahí, entonces, indagar la relación que pueda haber entre esta relación y la teoría del conocimiento obedece a la necesidad de explicar los contextos críticos actuales; por tal razón, siempre las búsquedas en el pasado obedecen a intereses desde el presente. En otros términos, el riesgo de nuestra especie nos exige comprender la importancia de momentos mediatorios que permitan identificar interrelaciones no previstas y que no se lograrían, sin esta espada de Damocles que pende sobre las arrogancias humanas.

5.     Entre algunos autores que tratan estas perspectivas generales están Kedrov (1990) y Kuhn (1998).

6.     Pero no como algo inventado, según lo explica Malinowski, no fue creada, sino como un “añadido esencial a todas aquellas cosas y procesos que interesan vitalmente al hombre, pero que resisten sus esfuerzos racionales (Malinowski, 1998, p. 71).

7.     Hay ejemplos que señalan cómo los cazadores interaccionan con sus presas partiendo de una confianza mutua, mientras que los pastores controlan las vidas de sus animales robándoles la autonomía sobre la cual se construye la confianza. Así, mientras los cazadores consideran a los animales seres del mismo tipo que ellos, los ganaderos probablemente consideran a los animales como objetos de dominio humano (Milton, 1997).

8.     El debate es intenso y el saber religioso está por sobre los demás. En este contexto se explica que la naturaleza tiene de sagrado lo activo de su movimiento; sin embargo, éste no es inmanente como se dirá posteriormente, con los panteístas como Giordano Bruno, para el cual Dios es una causa interna a los fenómenos de la naturaleza, o como Spinoza, para quien la sustancia infinita es equivalente a Dios o la naturaleza (Deus sive natura), sin una trascendencia divina. De ahí la coherencia heliocéntrica del universo, donde la tierra tampoco ocupa posición privilegiada.

9.   Pues bien, a quién se le cree, a quien ve el sol moverse o a quien lo dice matemáticamente y lo hace coherente a través de leyes con un método científico.

10.  Lo que llega a la cúspide con Kant y su diferencia entre razón pura y razón práctica.

11.  En Roma, con fecha 1968, académicos, científicos, investigadores y políticos de 30 países se reúnen para debatir por las modificaciones del entorno ambiental que están afectando a la sociedad. Posteriormente, se formalizarán como asociación bajo la legislación de Suiza.

12.  Este utiliza los trabajos realizados en el System Dynamics Laboratory del Instituto de Tecnología de Massachusetts (Massachusetts Institute of Technology: MIT). Estos fueron liderados por Forrester, aplicando el modelo de la Teoría de Sistemas. Se aplicó a diseños computacionales que simulan escenarios posibles para el futuro de la humanidad. Para conformarla se consideraron algunas variables, tales como el monto y tasa de incremento de población, disponibilidad y tasa de utilización de los recursos naturales, crecimiento del capital y la producción industriales, producción de alimentos y extensión de la contaminación ambiental, se interrelacionaron con ese objetivo. Este paradigma sistémico utilizado comparte una época de enfoques similares que, en conjunto, advierten la insuficiencia histórica de una perspectiva unidimensional de una racionalidad científica fragmentaria para comprender la realidad compleja emergente con una perspectiva holista.

13.  El Primer Congreso Mundial de Transdisciplinariedad (Convento de Arrábida, Portugal, noviembre, 2 a 7 de 1994) adopta un conjunto de principios fundamentales, entre los que se encuentran los de Morin.

14.  Por ejemplificar, las leyes de la termodinámica se utilizan en la economía, y otros como la Psicología Ambiental, que representa una fusión multidisciplinaria de la Arquitectura, la Sociología, la Antropología, la Economía y las psicologías Colectiva, Social, Política, Educativas.

15.  Este autor, bioquímico de Wisconsin, es quien por primera vez utiliza el término de Bioética al publicar en 1970 el artículo “Bioethics. The Science of Survival” en la revista Perspectives in Biology and Medicine, no obstante, como lo recuerda José Ramón Acosta, en el libro Bioética para la sustentabilidad, es en 1971, con el libro Bioethics to the Future, que efectivamente trascendió dicho término.

16.  “1) por sus conocimientos y potencialidad técnica, 2) por la dimensión actual de las soluciones globales al problema, 3) por la significación cultural de prestigio de la comunidad científica como tal, y 4) por la existencia de vías estatales y no estatales para acceder a la formulación de las políticas que tiene este grupo social” (Delgado, 1996, p. 75).

 


 

Para citar este artículo: Gómez Francisco, T. R. (2015). La crisis medioambiental y su impacto como epistemología compleja. Revista Luna Azul, 41, 254-273. Recuperado de http://200.21.104.25/lunazul/index.php?option=com_content&view=article&id=113

ACCIONES COLECTIVAS Y RECURSOS NATURALES EN CONFLICTO. HISTORIA AMBIENTAL DE LUCHAS URBANAS POR AGUA Y SIERRAS EN TANDIL, ARGENTINA.

 

Elsa Marcela Guerrero1
Lucrecia Soledad Wagner2

Corina Iris Rodríguez3

Beatriz Soledad Sosa4

 

Recibido el 2 de diciembre de 2013, aprobado el 18 de febrero de 2015 y actualizado el 4 de mayo de 2015 

 

DOI: 10.17151/luaz.2015.41.15

 

RESUMEN

 

En el municipio de Tandil, diferentes expresiones socioambientales han tenido lugar a nivel local en las últimas décadas. Algunas de estas acciones responden a los efectos ambientales de ciertas actividades –la minería, la instalación de actividades contaminantes, la lucha urbana por el acceso a la tierra, al agua y a mejores condiciones ambientales, la problemática de los residuos sólidos urbanos e industriales y otros reclamos de justicia ambiental–. El presente trabajo discute desde una perspectiva teórica y mediante el análisis empírico de ciertos casos, las principales consideraciones epistemológicas asociadas a conceptos centrales que permiten entender y explicar el accionar social frente a la lucha ambiental.

 

Por ello, interesa identificar ciertas problemáticas, describiendo los conflictos y las acciones colectivas de las luchas urbanas que reclaman mejoras en las condiciones ambientales a nivel local. El objetivo del presente trabajo es situar determinadas acciones colectivas en espacio y tiempo. Para ello se analizan cuatro casos de luchas urbanas suscitados por dos recursos naturales en pugna: el paisaje serrano y el recurso hídrico subterráneo.

 

La selección del estudio de caso como método de investigación responde al carácter exploratorio del tema abordado. La inferencia lógica inductiva favorece la identificación de las categorías de análisis más propicias para su abordaje y pone en evidencia formas de organización, estrategias colectivas, y respuestas frente a los reclamos.

 

Se emplean como técnicas de producción de conocimiento: la comparación, la observación documental –periódicos locales, sitios Web, archivos públicos y privados– y entrevistas a informantes calificados.

 

En todos los casos bajo análisis las luchas se enmarcan en un contexto de crisis del Estado como proveedor de espacios de participación que favorecen la legitimación de nuevos espacios para el reclamo socioambiental. En particular cada caso presenta singularidades y generalidades que son posibles identificar y describir.

 

PALABRAS CLAVE

 

Minería, acceso al agua potable, luchas urbanas, historia ambiental, método comparativo.

 

COLLECTIVE ACTIONS AND NATURAL RESOURCES IN CONFLICT. ENVIRONMENTAL HISTORY OF URBAN STRUGGLES FOR WATER AND HILLS IN TANDIL, ARGENTINA.

 

ABSTRACT

 

Different social-environmental expressions have occurred at the local level in the last decades in the Municipality of Tandil. Some of these actions respond to environmental effects of some activities –mining, contaminating activities installation, the urban struggles for access to land, water or better environmental conditions, the problems of urban and industrial solid waste and other environmental justice claims. This work discusses, from a theoretical approach and through the empirical analysis of certain cases, the main epistemological considerations associated to central concepts which allow to understand and explain social actions against the environmental struggle.

 

Therefore, it is interesting to identify certain problems describing the conflicts and collective actions of urban struggles claiming improvement in the local environmental conditions. The main goal of this work is to establish some collective actions in space and time. In order to do this, four case studies of urban struggle caused by two natural resources competing, the mountain landscape and undergraound water resources, are analyzed.

 

iCase study selection as research method responds to the exploratory nature of the  topic addressed. Inductive logic inference favors the identification of the most appropriate category analysis for its approach and leave proof of organization forms, collective strategies and answers against the claims presented.

 

Comparison, documental observation –local newspapers, websites, private and public files– and interviews to qualified informants were used as knowledge production techniques.

 

In all the cases under study, struggles are framed by State crisis context as the provider of participation spaces that favor the legitimation of  new spaces for the social-environmental claim. Particularly each case presents particularities and generalities that are possible to identify and describe.

 

KEY WORDS

 

Mining, access to drinking water, urban struggles, environmental history, comparative method.

 


 

INTRODUCCIÓN

 

Gran parte de las problemáticas ambientales derivan en conflictos de carácter socioambiental que, a su vez, dan lugar a diversas clases de manifestaciones sociopolíticas u organizaciones con diferente grado de institucionalidad, variada metodología de participación y diversas relaciones de poder con el Estado.

 

Las acciones colectivas contemporáneas persiguen revertir las situaciones de inequidad, de derechos no reconocidos, de desequilibrios de poder que ponen de relieve las amenazas del proyecto productivista neoliberal global –cambio climático, inseguridad alimentaria, pobreza, crisis energética, enfermedades globales, agujero de ozono, lluvias ácidas, inseguridad nuclear, etc.– haciendo que los diversos intereses particulares de una comunidad se plasmen en el interés en la defensa de la propia humanidad y del planeta (Guerrero, 2013).

 

En ese sentido, el tema de los movimientos sociales de carácter ambiental está ocupando un lugar destacado en las ciencias sociales contemporáneas. Tradicionalmente, la investigación histórica-ambiental compartió la preocupación por las transformaciones antropogénicas de los ecosistemas a largo plazo. En los últimos años ha aumentado su interés por los aspectos políticos y distributivos del deterioro ambiental, los efectos de la “acumulación” y del “intercambio desigual”, que permiten expresar una figura más completa y compleja de la dinámica socio-ecológica.

 

Desde otras especializaciones de las ciencias sociales –antropología ecológica, sociología ambiental, ecología política, economía ecológica, entre otras– también se aborda el tema de la organización social frente a la crisis ambiental contemporánea. Y se aportan y revisan teorías para explicar las relaciones sociedad-naturaleza. En tal sentido, es posible identificar procesos de transdisciplinariedad y enriquecimiento teórico de conceptos entre diferentes ciencias y métodos que podrían favorecer el entendimiento del tema de las movilizaciones socioambientales. No obstante, es necesario reconocer la naturaleza incipiente y la falta de consenso entre los diferentes enfoques, lo que entorpece las posibilidades teóricas para explicar e interpretar satisfactoriamente estas problemáticas sociales (Guerrero, 2013).

 

En Tandil, Argentina, pueden identificarse diferentes procesos de participación socioambiental en las últimas décadas que merecen ser abordadas como casos locales de reclamos por justicia ambiental frente al avance del desarrollo, la urbanización y el deterioro de los recursos naturales. En este trabajo se comparan cuatro estudios de caso asociados a la pugna por el uso/acceso a determinados recursos naturales, fundamentalmente: el agua y el paisaje serrano.

 

Las condiciones de emplazamiento de la ciudad y los procesos histórico-económicos del desarrollo urbano local son el contexto espaciotemporal que enmarca los casos seleccionados. La ciudad se emplaza en un valle rodeado por sierras que favorecieron la actividad minera –hoy son reconocidos como recurso turístico y paisajístico a conservar, por un lado–, y que limitan el acceso al agua en determinados sectores de reciente urbanización, por otro.

 


 

METODOLOGÍA

 

Para abordar la evidencia empírica sobre estos casos, se analizan las principales diferencias conceptuales y epistemológicas entre las nociones –conflictos, acción colectiva, movimientos sociales, movilizaciones y protestas– que fueron enmarcadas en el título anterior. Esto resulta de utilidad para el abordaje de la problemática ambiental y de las agencias sociales que se generan a partir de la disputa por bienes naturales.

 

Luego se caracterizan y comparan en términos operacionales estos conceptos en los estudios de caso seleccionados para Tandil, con el objetivo de situar la ocurrencia de los mismos en el tiempo y espacio, describiendo aspectos generales de cada uno.

 

Para el análisis de los casos se han empleado técnicas en investigación social que permitieron la descripción y sistematización de la información referida a los casos locales. Se ha realizado la observación documental de fuentes secundarias disponibles en archivos, sitios Web y la prensa escrita y oral locales. Esto permitió sistematizar los eventos a través de un anclaje temporo-espacial, identificar actores, acciones y estrategias en cada caso. También se produjo información primaria a partir de la entrevista a informantes calificados y referentes locales asociados a los casos bajo estudio.

 

Una vez obtenida esa información se procedió a la comparación de los casos de acuerdo a atributos o aspectos que identifican las acciones colectivas a nivel local. Siguiendo a Sartori y Morlino (1994, p. 35): “las comparaciones que sensatamente interesan se llevan a cabo entre entidades que poseen atributos en parte compartidos (similares) y en parte no compartidos (y declarados no comparables)”. La comparación remite a la clasificación… Clasificar es ordenar un universo en clases que son mutuamente excluyentes, por lo tanto clasificar es establecer similitudes y diferencias. Se entiende, no obstante, que “igual” es una noción relativa. Lo esencial, es que la pregunta “que es comparable” sea formulada así: comparable ¿en qué aspecto? Con respecto a la comparación de casos, el caso se elige expresamente o porque resulta útil para generar hipótesis, o porque es crucial a la hora de confirmar o no una teoría. Cuando es así el análisis de casos y el análisis comparativo son complementarios. Pero queda también claro que los estudios de caso seleccionados deben ser implícitamente comparativos o comparables (Sartori y Morlino, 1994).

 


 

DISCUSION Y ANALISIS DE RESULTADOS

 

Repensando los conflictos ambientales como parte de la historia ambiental local

 

Abordar las acciones colectivas vinculadas a problemáticas ambientales en Tandil, responde a la necesidad de dotarlas de la especificidad que les otorga el lugar en el cual estos procesos emergen, y que configura los conflictos que pueden propiciar este accionar social.

 

En el análisis de los conflictos ambientales, es escaso el desarrollo de investigaciones focalizadas en las formas y maneras particulares que implementan las distintas sociedades y culturas en su relación con la naturaleza y de las cuales devienen, precisamente, los conflictos ambientales. (Galafassi y Zarrilli, 2002, pp. 7-8)

 

Ahondar en la particularidad del lugar, nos permite hacer foco en la especificidad de las relaciones de poder local. Los lugares son creaciones históricas, que deben ser explicados, no asumidos, y esta explicación debe tomar en cuenta las maneras en las que la circulación global del capital, el conocimiento y los medios configuran la experiencia de la localidad (Escobar, 2011).

 

Este trabajo se enmarca en un contexto de creciente conflictividad socioambiental y de producción científico-académica sobre los mismos. En Argentina se han generado, sobre todo en la última década, diversos conflictos socioambientales –o que consideramos que pueden ser abordados como tales–. Hacemos esta diferenciación porque, como señala Martínez (2004), han existido y existen conflictos y movimientos socioambientales que no fueron identificados o que no se autodenominan como tales. “los actores de tales conflictos muchas veces no utilizan un lenguaje ambiental, y esta es una de las razones por la cual esta tercera corriente del ecologismo [el ecologismo popular] no se identificó hasta los años ochenta” (Martínez, 2004, p. 31).5 Actualmente, podemos afirmar que asistimos a una ambientalización de las luchas sociales, que puede designar tanto el proceso de adopción de un discurso ambiental genérico por parte de los diferentes grupos sociales, como la incorporación concreta de justificativas ambientales para legitimar prácticas institucionales, políticas, científicas, entre otras. En concordancia con ello, consideramos que profundizar el conocimiento sobre los conflictos y movilizaciones locales posibilita la caracterización de procesos de ambientalización específicos a determinados lugares, contextos y momentos históricos, en los que nuevos fenómenos van siendo construidos y expuestos a la esfera pública, o viejos fenómenos son renombrados como “ambientales” (Acselrad, 2010).

 

En cuanto a las definiciones conceptuales, “Hay acuerdo sobre el hecho de que el conflicto es una forma de interacción entre individuos, grupos, organizaciones y colectividades que implican enfrentamientos por el acceso a recursos escasos y su distribución” (Bobbio, Mateucci y Pasquino, 1991, p. 298). Para estos autores, los recursos escasos se presentan bajo formas de poder, riqueza y prestigio. Incluyen en esta noción al territorio, y destacan que algunos recursos pueden desearse como fines en sí mismos, mientras que otros pueden servir para mejorar las posiciones en vista de nuevos y probables conflictos.

 

Henri Acselrad menciona el carácter indisociable del complejo formado por el par sociedad-medio ambiente, que justifica el entendimiento de que las sociedades se reproducen por procesos socio-ecológicos. Así, en el proceso de su reproducción, las sociedades se confrontan a diferentes proyectos de uso y significación de sus recursos ambientales. Es decir, que el uso de estos recursos está sujeto a conflictos entre distintos proyectos, sentidos y fines. Vista desde esta perspectiva, la cuestión ambiental es intrínsecamente conflictiva (Acselrad, 2004).

 

Por otra parte, la acción colectiva (AC) nos remite a un fenómeno más abarcativo que, por ejemplo, el de movimiento social (MS): indica un actor social colectivo, que presenta menores garantías respecto a su continuidad, su nivel de integración interna, su estructura y organización, la construcción de una identidad, y la planificación de tácticas y estrategias. “El término conducta o acción colectiva es excesivamente amplio [….], únicamente excluye, en un extremo, los comportamientos de agregado y, en el otro, las acciones individuales” (Ramírez, 1991, p. 95). Esta denominación permite entonces dar cuenta de una amplia gama del accionar colectivo de diversos grupos de la población de Tandil, que luego se procederá a clasificar con base en otros conceptos más específicos: movimiento social, protesta y movilización.

 

El concepto de movimiento social (MS) comparte con el de AC ciertas características, como la identificación de un actor social y la existencia de valores compartidos. Sin embargo, la continuidad en el tiempo, los grados de organización, el desarrollo de tácticas y estrategias de lucha, la conformación de una identidad colectiva, la amplia visión de los problemas, solidaridades fuertes y la interacción con el proceso histórico de la sociedad de la cual forman parte, son algunas de las características más relacionadas con la noción de MS. La propia definición nos lleva a pensar el movimiento social como fundante de vínculos sociales y potenciador de la conformación de una identidad colectiva.6 Sobre el concepto de identidad, “en la intersección entre prácticas y discursos que interpelan a los sujetos (señalando una particular locación social de pertenencia y a la vez marcando al otro) y los procesos que producen subjetividades, se encuentra la identidad” (Saldi, 2011, p. 42). Es decir, que la identidad marca que un colectivo se enfrente a otro, y el ordenamiento del mundo como parte primordial de la identidad también se refiere a la naturaleza que rodea a los seres humanos y con ello a las relaciones que entablan con la misma. En conclusión, las categorías que definen a las identidades no están definidas a priori sino que su dinamismo deviene de construcciones históricas discursivas en contextos de relaciones de poder.

 

Es decir, que la noción MS hace referencia a un cambio de comportamiento llevado a cabo por personas que poseen afinidad de intereses y valores, y se movilizan en común para lograr ciertos objetivos u oponerse a ciertos cambios que los afectan directa o indirectamente. Son fenómenos sociopolíticos que surgen ante la falta de respuesta de las instituciones existentes, o del cuestionamiento al modelo de desarrollo y/o participación dominante, interviniendo en el proceso de transformación social, promoviendo cambios u oponiéndose a ellos, mediante formas de acción institucionales y no institucionales, por las que intentan movilizar círculos más amplios de la sociedad. Asimismo, poseen formas de acción y organización variables, una composición social heterogénea y formas de participación múltiples y cambiantes. Están basados en condiciones sociales e históricas específicas, y mantienen una continuidad que los diferencia de otros fenómenos sociales (como la protesta social).

 

Siguiendo a Da Gloria Gohn (2006), afirmamos que los movimientos sociales son expresiones de poder de la sociedad civil, y su existencia, independientemente del tipo de sus demandas, siempre se desenvuelve en un contexto de correlación de fuerzas social, conformando, por lo tanto, procesos políticos. Puntualizando así en el conflicto social y político (y dejando de lado el conflicto del individuo en el nivel psicológico), podemos establecer así que los movimientos sociales están implícitamente vinculados a la existencia de un conflicto, pero es importante diferenciarlos, ya que no todos los conflictos potencian la emergencia de movimientos sociales y/o acciones colectivas.

 

La continuidad del movimiento es para muchos autores una característica que establece diferencias entre los movimientos sociales y otras formas de acción colectiva. Entre ellos, fenómenos como la protesta social espontánea, representan procesos mucho menos estructurados, que no poseen ni su duración ni las estructuras comunicativas bastante elaboradas de los movimientos (Riechmann y Fernández, 1994). Sin embargo, se discute que para arribar a una protesta, al “momento visible” para el resto de la sociedad, previamente se fue gestando un proceso que, sin ser evidente, hizo posible que el conflicto desembocara en una protesta social. Es decir, puede haber acción colectiva más allá y previamente a su materialización a simple vista (Scribano, 2005). Federico Schuster también hace referencia al proceso previo a la protesta, ya que, si bien afirma que puede existir el caso en que la acción constituya una auténtica novedad –que no ha surgido de ningún movimiento conocido ni reconoce antecedente alguno en acciones anteriores de sus miembros–, destaca que es muy raro encontrar esta categoría de protesta en su forma pura, ya que siempre hay alguna clase de interacción social antes de una acción de protesta (Schuster, 2005).

 

Por su parte, el término movilizaciones viene utilizándose en los últimos años para denominar a procesos menos organizados que un MS, pero que contienen algunos de sus elementos y poseen perspectiva de conformar un movimiento, lo que lo diferencia de las acciones de protesta (Wagner, 2011).

 

Acciones colectivas y una aproximación a la historia ambiental local

 

A continuación se describen las principales características de los casos seleccionados a nivel local. Además, se comparan los casos elegidos de acuerdo a los siguientes criterios o aspectos: actores implicados, grados de organización y estrategias de acción desarrolladas, conformación de una identidad colectiva, conflictos y valores ambientales en juego, rol del Estado en el conflicto y, a partir de ello, su clasificación como protesta, movilizaciones y/o movimientos sociales. Cabe destacar que se pretende caracterizar procesos que presentan continuidad temporal.

 

La Figura 1 sitúa ambos conflictos espacialmente.

 

 

Luchas urbanas por acceso al agua en tres casos: “Cerro Leones”, “La Elena” y zona Don Bosco

 

Se analizan tres casos en los que se destaca el agua subterránea como único recurso para el abastecimiento humano (Figura 1). Primero se describe brevemente cada caso en particular para comprender la cronología de cada uno.

 

Por las características hidrogeológicas del sistema serrano de Tandilia, en los tres casos se presentan dificultades para la extracción del recurso subterráneo. Simultáneamente, tampoco se cuenta con sistemas de recolección y tratamiento cloacal, generando una carga contaminante en el medio subterráneo y afectando la calidad del agua tanto en sus características químicas como microbiológicas (Rodríguez, 2010; Rodríguez et al., 2013).

 

El barrio Cerro Leones se encuentra ubicado al SO de la ciudad, a una distancia de 6 km, y surgió asociado a la minería en el siglo pasado. Cuenta con aproximadamente 500 habitantes y se encuentra en crecimiento. Frente a las reiteradas protestas de los vecinos del barrio, en 2007 comenzaron los reclamos ante el Ente Nacional de Obras Hídricas de Saneamiento (ENOHSA) para gestionar la obra de acceso al agua potable (Rodríguez et al., 2010). Los problemas de calidad del agua, sumados al descenso de niveles debidos a la sequía de 2008, impulsaron la movilización de los vecinos conformando una comisión barrial.

 

En 2009, los reclamos locales fueron escuchados a nivel nacional y, en ese marco, ENOHSA presentó el proyecto Proarsa (Programa de Asistencia en Áreas con Riesgo Sanitario), tanto para “Cerro Leones” como para “La Elena”. En abril del mismo año se licitó la obra de “Cerro Leones”, difundida en el diario La Nación, que fue adjudicada a la empresa Ecosur Bahía por un monto de más de 2,4 millones de pesos. Finalmente, la ejecución quedó suspendida.

 

En febrero de 2010 y tras los reclamos de los vecinos se reactivó la obra y se ejecutó en solo 3 meses, brindando la posibilidad de conexión a unas 80 familias. Además, se prevé en un futuro cercano la construcción en el Parque Industrial Hermanos Bariffi de un nuevo pozo que permitirá sumar mayor caudal a los dos pozos que se encuentran ubicados en la misma área geográfica y bombean agua al tanque cisterna del barrio La Movediza, ubicado a 2,5 kilómetros de “Cerro Leones”.

 

En el caso del paraje “La Elena”, se trata de una urbanización relativamente reciente donde se ha densificado la construcción de residencias permanentes y temporales en los últimos 20 años, a partir del loteo de lo que fuera una estancia denominada justamente La Elena. Este sector se caracteriza por la belleza del paisaje y las vistas hacia la ciudad que lo dotan de condiciones estéticas excepcionales. No obstante, está sujeto a los problemas de accesibilidad al agua potable por ubicarse en zona de piedemonte y con presencia de roca granítica en superficie en muchos sectores del sistema serrano (Guerrero, 2011).

 

En enero de 2010, un importante grupo de vecinos participó de una reunión tendiente a formar la comisión barrial que en forma inmediata comenzó a plantear ante las autoridades municipales sus múltiples requerimientos, entre los que se destaca la provisión de agua a un creciente número de viviendas (Radio LU22, 2010). En el barrio “las necesidades son muchas y van surgiendo por sectores, pero en lo que estamos todos unidos es en el pedido por el agua, porque las napas se están secando por todos lados. Es una zona con mucha piedra”, señalaron inicialmente el presidente de la comisión, y la pro tesorera.

 

Los referentes de la barriada explicaron que:

 

[…] hace cinco años que presentamos el pedido y nos habían informado que la obra se iba a hacer junto con la de Cerro Leones, que se había pedido a Nación. Pero ahora salió la de Cerro Leones y la nuestra no, por lo que los vecinos estamos preocupados. […] estamos enojados porque no hay agua, que es fundamental. Se puede estar sin gas o cloacas, pero el agua es necesaria […] el problema es que se está agrandando tanto la capacidad habitacional en la zona que los pozos se secan y no dan abasto.

 

De allí que “quienes no hicieron el pozo hace unos años, ahora no pueden, ya que es todo piedra y hay que bajar más de 30 metros para tener agua” (Radio LU22 28/01/2010).

 

Actualmente, quienes no poseen un pozo con abastecimiento suficiente están:

 

[…] a expensas de que vaya el camión de agua, que carga en Del Valle y Fragata Sarmiento. Cuando uno circula ve que pierde un tercio de la carga por inconvenientes tales como mangueras rotas en el kilómetro que dista con el barrio. (Radio LU22, 28/01/2010)

 

Los vecinos también aclararon que:

 

[…] el camión va una vez por semana. Si es feriado o llueve, hay que esperar para que pueda entrar y dejar el agua. Además, hay que estar y tener abierto, ya que de lo contrario hay que esperar a la próxima semana. (Radio LU22, 28/01/2010)

 

Si bien éste fue el eje principal de la reunión, no todos los reclamos apuntaban a las autoridades, sino que también se solicitó a la población en general que no arroje sus residuos en el barrio, debido a que los vecinos encuentras bolsas con restos de distinto origen, principalmente luego de los fines de semana. Esta situación se ve agravada por la escasa cobertura de recolección municipal de residuos en la zona.

 

Durante 2012, la comisión vecinal no cesó sus reclamos, participando incluso de la Banca XXI del Concejo Deliberante de Tandil. En noviembre de 2012, un diputado provincial presentó un recurso de amparo ante la justicia nacional solicitando la realización de la obra de red de agua para el paraje “La Elena”. En diciembre del mismo año, un Juez Federal en lo Contencioso Administrativo indicó en su resolución que:

 

[…] la Dirección de Obras Sanitarias de Tandil, el Municipio de Tandil y el ENOHSA, dentro del marco de sus respectivas competencias y a la mayor brevedad posible, deberán arbitrar los medios necesarios a fin de que los vecinos del barrio La Elena tengan acceso a la red de agua potable, salubre y aceptable, para uso personal y doméstico. (Radio LU22, 28/12/2012)

 

Si bien el conflicto de “La Elena” es mucho más reciente y aún requiere tiempo y estrategias de movilización y protesta para su resolución, no obstante, es importante adelantar el caso como evidencia de un proceso al que no escapan otras áreas de expansión urbana sobre el pie de sierras a futuro (Guerrero, 2012).

 

Con una situación similar se encuentra la zona Don Bosco emplazada al sur de la ciudad, donde en los últimos 10 años se ha dado un proceso de urbanización asociada a emprendimientos turísticos, especialmente complejos de cabañas. Como en los otros casos, la geología condiciona la extracción de agua en cantidad suficiente y se suman problemas de calidad por la ausencia de servicios sanitarios básicos (Rodríguez et al., 2013). En ese sentido, existen evidencias de dificultades de acceso al agua, secado de pozos, y la necesidad de profundizar las perforaciones, comprar agua para llenar piletas, y problemas de calidad bacteriológica y química. No obstante, el grado de organización de los vecinos es débil y con poco grado de organización. Algunos habitantes de la zona se han agrupado en la organización “Vecinos por un desarrollo sustentable”, que reclama lo regulado en el Plan de Desarrollo Territorial de 20057 y que afecta el uso potencial de sus tierras con fines inmobiliarios. Entre otros reclamos piden obras para el abastecimiento de agua en la zona (Radio LU22, agosto de 2011).

 

A continuación se analizan en forma conjunta los tres casos de conflictos por el acceso al agua en la localidad de Tandil. Se emplean las siguientes categorías de análisis que permiten la comparación entre sí y con el caso de la minería a cielo abierto:

 

Actores implicados: en los tres casos son numerosos los actores e intereses implicados, incluyendo a los vecinos, las comisiones barriales, ONG, Municipio de Tandil, Obras Sanitarias Tandil, ENOHSA, empresas de agua envasada, perforistas, personas vinculadas a actividades turísticas, legisladores provinciales, Estado nacional. Los medios contribuyen a crear la imagen pública del conflicto.

 

Grados de organización y estrategias de acción: los habitantes de estos barrios entran en conflicto quejándose ante las autoridades municipales y provinciales por la falta de servicios, así como también realizan reclamos puntuales al resto de la población.

 

Existen diferentes situaciones según el caso, desde vecinos que realizan los reclamos mediante organizaciones ya existentes hasta nuevos grupos creados a partir de preocupaciones de carácter explícitamente ambiental (como “Vecinos por un desarrollo sustentable”).

 

Los vecinos de “Cerro Leones” iniciaron su movilización en 2007 para gestionar la obra para el aprovisionamiento de agua de red. Asimismo, en enero de 2010 un grupo de vecinos de “La Elena” conformaron la comisión barrial que plantea ante las autoridades municipales sus múltiples requerimientos, entre los que se destaca la provisión de agua a un creciente número de viviendas. Un conjunto de vecinos de la avenida Don Bosco integran una agrupación que reclama por el uso del territorio, en relación a lo estipulado por el Plan de Manejo Ambiental. Se pone de manifiesto que desde hace unos años la comunidad ha generado diferentes estrategias de organización social tendientes a acceder al sistema de agua de red.

 

Identidad colectiva: no se reconocen hasta el momento en el devenir del conflicto elementos que permitan plantear la existencia de una identidad colectiva nacida a partir del mismo, pero sí la consolidación de solidaridades fuertes entre los vecinos para solucionar los problemas barriales.

 

Conflictos y valores ambientales en juego: la existencia de antecedentes de contaminación del agua subterránea sumada a las dificultades para su extracción, a los intensos bombeos y secado de perforaciones en algunos sectores y a la ausencia de servicios sanitarios básicos, dan lugar a reclamos y conflictos por un recurso tan vital como el agua.

 

Rol del Estado: en “Cerro Leones” el Estado llevó adelante la obra de abastecimiento de agua potable a principios de 2010, dando una respuesta concreta al reclamo. “La Elena” en diciembre de 2012 obtuvo un amparo judicial por el cual los organismos competentes en materia hídrica deben llevar a cabo la obra de provisión de agua para el sector. Por lo cual el conflicto en este paraje se encuentra pendiente de resolución, pero más avanzado que en el caso de Don Bosco, donde está en una etapa inicial.

 

Clasificación como Protesta / Movilizaciones / Movimientos sociales: en el caso de “Cerro Leones” se identifican acciones de protesta que desembocaron en movilizaciones y en la utilización de una organización barrial ya existente. El surgimiento de otros problemas en los que esta organización se implique permitirá identificar si se trata de un movimiento social en consolidación. En el caso de “La Elena” se ha conformado una organización barrial que está llevando adelante acciones de protesta, y en Don Bosco se ha creado una organización pero aún no ha habido movilización social con respecto a la problemática hídrica.

 

Luchas por la preservación de las sierras ante la minería a cielo abierto y el avance de la urbanización: un recurso y dos frentes de lucha

 

Al igual que en el caso del agua, primero se describe brevemente el conflicto y luego se analiza con las mismas categorías que el recurso agua.

 

El inicio del conflicto entre la conservación del paisaje serrano y determinados usos de este espacio, como la actividad minera, es centenario. El proceso de minería sobre las sierras permaneció “invisible” durante muchos años –se asocia a las primeras actividades desarrolladas en el partido–. La actividad proveyó de adoquines y piedras de aplicación a nivel local y nacional a principios del siglo XX, luego se dedicó a la extracción de rocas de aplicación principalmente.

 

Un punto de inflexión que puede citarse fue la audiencia que terminó con la firma del Acuerdo Marco en 1999/2000. En el mismo se acordaba un cese paulatino de la actividad canteril en el sector denominado “la poligonal”, cumpliendo, de algún modo, lo que establecía la legislación municipal sobre el desarrollo de la actividad fuera de un área poligonal entre las Rutas Provinciales Nº 30 y 74 y la Ruta Nacional Nº 226 (Figura 1), previendo el futuro desarrollo urbano en esa área. No obstante, los puntos acordados por los empresarios de la actividad en el Convenio no se cumplieron, lo que dio impulso a estrategias permanentes y de diferente naturaleza por parte de la Multisectorial y la posterior Asamblea Ciudadana por la Preservación de las Sierras.

 

En relación a lo anterior, es importante destacar que, desde 1999, un grupo de vecinos y vecinas, preocupados por el impacto que generaban las canteras en las sierras de la ciudad, conformaron la Multisectorial por la Preservación de las Sierras, a la que decidieron darle carácter de organización no gubernamental. Los impulsaba, como objetivo central, la preservación del ecosistema serrano de forma integral. Luego de llevar a cabo diversas acciones, en 2006 deciden realizar una amplia convocatoria a toda la comunidad de Tandil con el fin de realizar una marcha y posterior asamblea, en la cual debatir y proponer soluciones a la problemática de las sierras (Hesse, 2012). Ya en el año anterior, 2005, la Multisectorial había presentado una propuesta de Ordenanza de Áreas Protegidas y Consulta Popular ante el Honorable Concejo Deliberante local, haciendo uso de la Banca XXI (Multisectorial por la Preservación de las Sierras de Tandil y Asamblea Ciudadana en Defensa de las Sierras, 2011).

 

Con la continuidad de las marchas y las asambleas, surge la Asamblea Ciudadana por la Preservación de las Sierras de Tandil. Sostiene el mismo objetivo central que la Multisectorial –preservar el ecosistema serrano de forma integral– pero desde otro lugar, con la incorporación de un gran número de personas y tomando la movilización y la asamblea como modalidad de acción. Es decir, los integrantes de la Asamblea eran aquellas personas de la Multisectorial que veían la necesidad de crear un nuevo espacio de lucha, quienes encontraron en el formato asambleario la forma de organización democrática que permite la participación absoluta de los integrantes. Este grupo de personas luego de la convocatoria mencionada se amplió, incorporando un gran número de ciudadanos –en su mayoría jóvenes– quienes brindaron su energía a la causa, que se vio así renovada (Hesse, 2012).

 

Una de las actividades más destacadas fue la realización, en septiembre de 2009, de una Consulta Popular Comunitaria, en la que, durante una semana, alrededor de 400 voluntarios recorrieron las calles de la ciudad de Tandil, y de las localidades de Vela y Gardey, golpeando “puerta por puerta” preguntando acerca de la propuesta de la Asamblea sobre declarar Áreas protegidas a las sierras de Tandil. Los resultados de la consulta fueron publicados el 1º de octubre, y demostraron que, siendo la cantidad de votos totales 14.268, 14.135 se manifestaron de acuerdo a:

 

Solicitar a la Legislatura y a todas las autoridades responsables que las sierras de Tandil sean declaradas áreas protegidas, para impedir por ley y sin excepciones los usos nocivos como las canteras, construcciones y forestaciones exóticas sobre las sierras. Solicitamos la protección del conjunto serrano por su inconmensurable valor ambiental y como cuenca hídrica. El cese de la destrucción debe ser inmediato, garantizando los ingresos laborales de los trabajadores actuales de las mineras y la reconversión de las mismas hacia actividades compatibles con las áreas protegidas.

 

Solicitud que cada una de las 14.000 personas firmó para ser presentada a las autoridades (Hesse, 2012).

 

Luego de cinco años de lucha sin interrupciones y cada vez más efectivas, en 2010 se sancionó la Ley de Paisaje Protegido Nº 14.126, la cual “[…] tiene por objeto conservar y preservar la integridad del paisaje geográfico, geomorfológico, turístico y urbanístico del área especificada en el artículo 1º, la denominada poligonal” (Artículo 2º). Esta ley junto con el Plan de Desarrollo Territorial (PDT) aprobado en 2005, se constituyen en herramientas legales relevantes para llevar adelante la protección del sistema serrano. A modo de resumen la Ley declara “Paisaje Protegido de Interés Provincial” el área del Partido de Tandil denominada “la poligonal” (Figura 1), prohibiendo la actividad minera de las canteras que allí se localizan. Por su parte, el PDT rige la planificación y gestión urbana y rural del territorio del municipio de Tandil, establece los principios y las estrategias de actuación territorial, los programas y proyectos de acción, regula el uso, ocupación, subdivisión y equipamiento del suelo y determina el sistema de gestión territorial. Sin embargo, existen contradicciones entre la ley provincial y el PDT municipal, obstaculizando la preservación de las sierras, y al mismo tiempo, posibilitando que se realicen excepciones a particulares respecto al cumplimiento de determinados aspectos de las políticas públicas mencionadas (Girado, 2011). Entre las inconsistencias entre el PDT y la Nueva Ley pueden señalarse los usos establecidos por el plan y los de la nueva Ley; la existencia de una “cota” o altura máxima permitida para la urbanización que “posibilitaría” el uso residencial en el área protegida como las más importantes.

 

Por su parte, los empresarios mineros y los propietarios de los terrenos ubicados sobre las sierras manifestaron sus quejas al Estado respecto a la vigencia de las mencionadas medidas legales, argumentando que las regulaciones sobre el uso del territorio y los recursos “lesionan derechos básicos” como es el derecho a la propiedad privada. Detrás de este discurso existen intereses económicos para lo cual se le solicita al Estado poder utilizar las parcelas y subdividirlas con el objetivo de realizar emprendimientos turísticos, obtener un mayor número de lotes y hacer un negocio inmobiliario más rentable. El decreto de reglamentación de la Ley Nº 14.126 establece los lineamientos específicos para la formulación del Plan de Manejo Ambiental que permitirá la conservación de las sierras, por un lado, y la posibilidad del desarrollo de ciertas actividades compatibles con ese objetivo.

 

Como se desprende de lo antes destacado, la disputa en torno a los derechos de propiedad vincula intrínsecamente el conflicto por la preservación de las sierras ante la actividad minera con el del avance de la urbanización sobre estos espacios serranos. Este avance es un proceso reciente que data de los años ochenta y se ha incentivado en la última década, cuando los recursos sierras y suelo urbano en el paisaje serrano aumentan su valor para el mercado inmobiliario, dando lugar a diferentes actividades especulativas –inmobiliarias, turísticas–, que intentan aprovechar económicamente las condiciones naturales de estos espacios. Algunos vestigios de conflictos se asocian al debate y la implementación del Plan Desarrollo Territorial vigente entre 2003 y 2005 que regula la urbanización y sus características a nivel local, a lo que se suma el ya descrito conflicto reciente asociado a la Ley de Paisaje Protegido, que afecta los intereses de los propietarios que quedan dentro de la zonificación exigida por la ley.

 

Esta ley tampoco ha conformado a la Asamblea y la Multisectorial, para las cuales la problemática continúa y “la Ley de Paisaje Protegido, si bien resulta ser un paso, es sólo eso, apenas un paso. Pero no se puede hablar de esta Ley como la solución a un conflicto tan complejo” (Multisectorial por la Preservación de las Sierras de Tandil y Asamblea Ciudadana en Defensa de las Sierras, 2011, p. 573). Como ya fue destacado, la Multisectorial y la Asamblea postularon desde los inicios un proyecto que declarara la protección de todo el cordón serrano del partido de Tandil como Áreas Protegidas.

 

De acuerdo a las categorías empleadas, el conflicto puede describirse en términos de:

 

Actores implicados: la invisibilidad de la problemática que generó la actividad minera sobre las sierras se asocia a la lógica de mercado imperante sobre el uso colectivo del recurso serrano. Esta cuestión ambiental a nivel local generó fuertes enfrentamientos entre la sociedad civil y sus organizaciones –multisectorial y asamblea–, los empresarios privados de la actividad minera, los propietarios de los terrenos localizados sobre las sierras y el Estado.

 

Grados de organización y estrategias de acción: el reclamo de la sociedad civil por la preservación de las sierras dio lugar a la formación de dos organizaciones: la Multisectorial y la Asamblea Ciudadana por la Preservación de las Sierras, quienes reclaman una efectiva e integral conservación de las sierras a partir de su declaración como Áreas Protegidas. Otro actor es el Estado, foco de sus exigencias: que intervenga en la gestión del recurso a los fines de lograr su acceso público y gratuito, y que consiga el cese de la actividad minera y de las construcciones sobre el faldeo serrano. Por otra parte, los empresarios mineros y los agentes inmobiliarios también reclaman al Estado la afectación de sus derechos de propiedad. Otro actor implicado son los trabajadores mineros, cuyo destino laboral está en juego en este conflicto. La Multisectorial ha llevado adelante numerosas solicitudes ante las autoridades municipales y provinciales, como así también ante otros organismos. Además de tareas de educación y difusión del tema, las movilizaciones dieron origen a la Asamblea Ciudadana en Defensa de las Sierras de Tandil. En 2009 esta Asamblea llevó adelante una inédita Consulta Popular Comunitaria. Sumado a los reclamos de ambas organizaciones, como ya se destacó, se contrapone el reclamo de los empresarios mineros y los propietarios de los terrenos (con intereses especulativos con fines mobiliarios y turísticos) ubicados sobre las sierras.

 

- Identidad colectiva: si bien no toda la sociedad tandilense forma parte de las organizaciones identificadas en este conflicto, el apoyo social, manifestado en la capacidad de presión en la toma de decisiones, permiten identificar la conformación de una identidad colectiva asociada al entorno ambiental que se desea preservar. El símbolo de apoyo a la preservación de las sierras –una cinta verde que los tandilenses colocaban en casas y automóviles– tuvo una fuerte visibilidad en los momentos más álgidos del conflicto.

 

Conflictos y valores ambientales en juego: los intereses de empresarios mineros, de los agentes inmobiliarios y turísticos entran en conflicto con la valoración por parte de otros sectores de la población (como la Multisectorial y la Asamblea) de las sierras como un bien colectivo y público (Ulberich, Miranda del Fresno y Morrone, 2012), bajo el argumento de que las sierras son un recurso no renovable cuyo valor trasciende lo monetario y que habrá de ser puesto a resguardo como legado para futuras generaciones de tandilenses (Girado, 2011). Cuando a fines de la década del noventa algunos vecinos de Tandil se organizan para solicitar la preservación de todo el sistema serrano, introducen a la discusión sobre los usos de las sierras otros valores ecosistémicos, históricos y culturales que estas poseen. Paralelamente, el crecimiento de Tandil como destino turístico potenció los intereses económicos que el sector inmobiliario tenía sobre los espacios serranos.

 

Además, existe una incompatibilidad de usos entre el avance de la urbanización y la actividad minera en áreas hoy encuadradas en la normativa vigente de ordenación y la creación de un área de paisaje protegido.

 

- Rol del Estado: el Estado impulsó la Ley de Paisaje Protegido Nº 14.126, que no cumple con las expectativas de las organizaciones que luchan por preservar las sierras, ya que se protege solo una parte de las mismas. Aún se está implementando la reglamentación sobre usos en el área protegida. Quedan pendientes otros temas, como la incompatibilidad entre el Plan de Ordenamiento Territorial y la Ley de Paisaje Protegido, y la reinserción de los trabajadores mineros afectados.

 

- Clasificación como Protesta / Movilizaciones / Movimientos sociales: la trascendencia social que ha tenido el conflicto y la permanencia en el tiempo y legitimidad social del accionar de la Multisectorial y Asamblea permiten identificar la existencia de un movimiento social en relación a la preservación de las sierras. Por otra parte, el accionar de estas organizaciones ha intervenido en el proceso histórico reciente de la sociedad de la cual forman parte, dando lugar a usos públicos de espacios históricamente invisibilizados y apropiados para actividades privadas.

 

La Figura 2 simplifica en forma esquemática las luchas y los procesos de organización colectiva a nivel local. Describe las disputas de intereses y valores en juego y sintetiza en forma de imbricaciones conceptuales las principales teorizaciones discutidas precedentemente.

 

 


 

CONCLUSIONES

 

Este trabajo da cuenta de las diversas formas de organización social surgidas de problemáticas ambientales, a partir de la selección de cuatro casos que han ido ganando presencia a nivel local y regional. La selección de los casos permitió la sistematización de la información para su descripción y posterior comparación. El análisis se convierte, no obstante, en una base para futuros trabajos en igual sentido, que puedan contribuir al esclarecimiento de estos temas. Ello cobra importancia ante el hecho de que se trata de procesos de organización colectiva y disputas de intereses y valores que van ganando complejidad y merecen ser abordados con la rigurosidad ineludible ante la conflictividad social generada.

 

Como se ha consignado, la teoría existente sobre conflictos, acciones colectivas, protesta, movilizaciones y movimientos sociales nos permite captar la diversidad de estos procesos que tienen lugar en Tandil y que posiblemente contribuyan a configurar la realidad socioambiental de este territorio.

 

Ambos sucesos se enmarcan en la crisis de las instancias estatales como espacios de participación, que fluctúa entre la legitimación de otros espacios de construcción de poder societal y el intento de institucionalización con el que el Estado responde a la conflictividad socioambiental creciente. En este sentido, concordamos con Palacios cuando dice: “El descrédito de los políticos no debería hacernos olvidar que muchos cambios son más arduos de lograr sin una participación en política y de las políticas” (Palacios, 2006, p. 8). En consecuencia, en la investigación sobre estas problemáticas, el Estado se vuelve un actor central.

 

En relación a las características de los recursos implicados y los servicios ambientales en juego, se trata de dos recursos críticos para la vida local considerando que el agua subterránea es la principal fuente para consumo humano. A su vez las sierras, sus recursos minerales, biológicos (flora y fauna) y culturales asociados al paisaje han sido protagonistas de la historia urbana local. Han sido motores del desarrollo económico local a principios del siglo pasado y hoy constituyen un recurso turístico con valores paisajísticos y ambientales que se desean preservar.

 

En cuanto al rol de los diferentes actores implicados y del Estado en particular, en ambos casos aparecen con roles diferenciados el gobierno local y el provincial. El municipio, intentando conciliar los intereses particulares de los otros actores en conflicto, por momentos con actuaciones y discursos ambivalentes, dependiendo del contexto político local y provincial. La provincia, empleando políticamente las acciones desarrolladas en relación a la protección de las sierras.

 

En cuanto al estado de los conflictos en relación a la Ley de Paisaje Protegido, se logró expulsar a la actividad minera a cielo abierto del área de conservación creada. Se ha avanzado en la planificación y ordenación futura del área, aunque quedan sin resolver el proceso de avance de la urbanización sobre el espacio serrano protegido, las incompatibilidades entre el Plan de Ordenamiento Territorial vigente desde 2005 y la nueva ley de creación del área a proteger.

 

Por último, se desea destacar que la necesaria y subsecuente profundización en cada uno de los casos aquí detallados deberá incluir en el análisis tanto los aspectos materiales vinculados a las prácticas de los actores envueltos en el accionar colectivo, como las luchas por los significados y sentidos que estos conflictos representan, ya que, como hemos comentado, implican disputas por sentidos culturales en relación a bienes naturales.

 


 

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1.    Msc. en Economía Ecológica y Gestión Ambiental. Centro de Investigaciones y Estudios Ambientales CINEA, FCH, UNICEN, Argentina. This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.

2.     Dra. en Ciencias Sociales y Humanas. Grupo de Historia Ambiental y Antropología. Instituto Argentino de Nivología, Glaciares y Ciencias Ambientales (IANIGLA) - Centro Científico Tecnológico (CCT) - Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.

3.     Lic. en Diagnóstico y Gestión Ambiental. Mag. en Evaluación Ambiental de Sistemas Hidrológicos (Mención Ecohidrología). Centro de Investigaciones y Estudios Ambientales CINEA, FCH, UNICEN, Argentina. This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.

4.     Msc. en Gestión y Auditoría Ambiental. Centro de Investigaciones y Estudios Ambientales CINEA, FCH, UNICEN, Argentina. Becaria - Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.

5.     Martínez Alier menciona al ecologismo popular o ecologismo de los pobres como la “tercera corriente” porque también identifica otras dos: la del culto a lo silvestre y la de la ecoeficiencia. Para mayor información ver: Martínez (2004).

6.     Para un abordaje más profundo respecto a las corrientes teóricas sobre movimientos sociales y acción colectiva, y las características de cada una de
estas nociones, se recomienda la lectura de Gohn (2006).

7.     El Plan de Ordenamiento Territorial, puso límites al tamaño de los lotes en determinados sectores de desarrollo urbano reciente, esto es visto como un problema frente a la especulación inmobiliaria de predios remanentes de actividades rurales y periurbanas (quintas, establecimientos rurales, etc.).

 


 

Para citar este artículo: Guerrero, E. M., Wagner, L. S., Rodríguez, C. I. y Sosa, B. S. (2015). Acciones colectivas y recursos naturales en conflicto. Historia ambiental de luchas urbanas por agua y sierras en Tandil, Argentina. Revista Luna Azul, 41, 274-295. Recuperado de http://200.21.104.25/lunazul/index.php?option=com_content&view=article&id=114

CONSERVACIONISMO EN ERAS DE ESPECIEÍSMO

 

Sandra Baquedano Jer1

 

Recibido el 7 de mayo de 2014, aprobado el 21 de noviembre de 2014 y actualizado el 4 de mayo de 2015

 

DOI: 10.17151/luaz.2015.41.13

 

RESUMEN

 

Los alcances acumulativos de la acción humana, aunados al poderío tecno-científico, llevan hoy a que nuestra especie no solo se cuestione los límites de la capacidad que tiene la Tierra para asimilar y reciclar luego los desechos de la actividad humana, sino también los límites de nuestro especieísmo en la trama de la existencia. No ha sido la excepción, sino más bien la regla, que en una constante nuestra especie haya aumentado en población, sobreutilizando el entorno y malogrando un desarrollo que deteriora el medio ambiente cada vez más. El ser humano ha escrito la historia de la humanidad de forma especieísta, ensalzando su rol histórico que ha hecho obra contra el ser ecológico. Sin embargo, aisladas y frágiles treguas entre animales humanos y no humanos posibilitan cuestionarnos el sentido y significado filosófico del conservacionismo en eras del más crudo especieísmo.

 

PALABRAS CLAVE

 

Conservacionismo, especieísmo, responsabilidad, biodiversidad, daño ambiental, sustentabilidad, uso de recursos naturales.

 

CONSERVATION IN SPECIESISM AGES

 

ABSTRACT

 

The cumulative scope of human action, combined with the techno-scientific power nowadays take our species not only to question the limits of the Earth capacity to assimilate and recycle the waste products of human activities, but also the limits of speciesism within the weave of existence. It has not been the exception but rather the rule, that our species has constantly increased its population, overusing the environment and ruining a development that deteriorates the environment increasingly. Human beings have written the history of humanity in a speciesist form, extolling their historic role which has made work against  the ecological being. However, isolated and fragile truces between human and nonhuman animals allow questioning the meaning and philosophical significance of conservationism in an age of the crudest speciesism.

 

KEY WORDS

 

Conservation, speciesism, responsability, biodiversity, environmental damage, sustainability, natural resource use.

 


 

¿CONSERVACIONISMO IMPLICA SIEMPRE ANTIESPECIEÍSMO?

 

El conservacionismo puede ser visto como una vía alternativa que intenta escindirse del camino trazado por el modelo económico imperante. En América Latina se muestra así como una vía que se opone y aleja de la óptica económica que explota y reifica el medio ambiente tasándolo únicamente como “recurso” natural. Pese a que el término proviene de conservar y con este verbo se puede designar en general una determinada disposición para mantener cuidadosamente los más variados procesos y fenómenos, el concepto suele asociarse en el marco ambiental tanto a la necesidad como a la importancia de conservar ecosistemas, especies y paisajes, entre otros, de la intervención humana que interfiere negativamente en tales espacios naturales. Así se busca cuidar y defender, por ejemplo, bellezas escénicas de impactos paisajísticos que destruyen la estética de una zona o enriquecer y proteger la biodiversidad de causas antropogénicas que pueden disminuirla, llevando incluso a la extinción de ciertas especies.

 

Si bien al rastrear la historia, se pueden encontrar diversas medidas conservacionistas, el movimiento actual puede ser considerado como un intento de frenar tanto el desarrollo de la industrialización como los alcances tecno-científicos modernos en ciertos espacios libres de dicha intervención. Aunque las problemáticas ecológicas actuales son globales, se intenta al menos resguardar algunas zonas de una intromisión antropogénica directa.2 Ello supone una dicotomía existente entre “gente” y “áreas protegidas”, la cual es extremadamente amplia. De hecho, el concepto gente abarca desde los mismos conservacionistas hasta grupos de empresarios que únicamente buscan apropiarse y controlar los recursos naturales para su completa explotación. Cabe no obstante precisar que es entre los conservacionistas donde el diálogo entre ambas posturas implica una reflexión sobre cómo integrar en ecosistemas enteros el desarrollo sustentable. Entre ellos paulatinamente se ha ido difundiendo –en diverso grado y con propósitos distintos– la necesidad de proteger especies animales, lo cual lleva a enfrentar la interrogante de si puede concretarse un ideal conservacionista libre de toda práctica especieísta, pues la conservación de áreas protegidas no estaría exenta de esta problemática en cuanto ha implicado, por ejemplo, escoger paisajes y especies de belleza única para el gusto estético occidental en detrimento de pastos y animales considerados feos según los parámetros de selección (Monjeau, 2009). Así los escogidos pueden ser delfines o huemules en detrimento de insectos feos como baratas u otros arácnidos. Otra paradoja se puede visualizar en ciertos proyectos de restauración de ecosistemas donde se erradican masivamente animales que no pertenecen a especies autóctonas para recrear el ambiente original –por mor al ecosistema que se persigue restaurar y que se lo considera como un fin en sí– en detrimento de los miembros de otras especies no autóctonas. Queda en evidencia así que existen estos y otros múltiples criterios de selección que avivan una reflexión crítica en torno al sentido y significado del especieísmo. Si bien la popularización del término se la debemos a Peter Singer, su origen alberga una historia doble: la de su problemática y la acuñación del concepto mismo.

 


 

ESPECIEÍSMO CON LOS ANIMALES NO HUMANOS

 

El término speciesism proviene de especie, así como racismo proviene de raza. El especieísmo es respecto a la especie humana en su totalidad, lo que el racismo, a determinadas razas en particular. Este último se da a nivel de intraespecie; mientras que el primero supone el traspaso de ella. No se trata de una igualdad o semejanza sustancial, sino de un análogo referencial. El especieísmo se aplica a la creencia que afirma la superioridad de una especie en detrimento de las demás, y preconiza la separación de especies o grupos por segregación. Por ejemplo, en el caso del especieísmo contra los animales no humanos dentro de un hábitat artificial, como pueden ser los mataderos, los laboratorios, los zoológicos o los circos, por nombrar algunos. El especieísta niega que las demás especies sean dignas de poseer derechos, y no evita, sino que propicia, ya sea directa o indirectamente, el sufrimiento en seres no humanos.

 

Al respecto Gary Francione (2008, p. 26) denomina “esquizofrenia moral” a la doble realidad generada del hecho de que teóricamente miembros de la sociedad defiendan por un lado la necesidad de poner fin al sufrimiento animal; pero por otro lado ejerzan un trato o mantengan hábitos (alimentación o recreación) que atentan abiertamente en contra de la postura abstracta que ellos mismos defienden. Esta esquizofrenia moral es explicada por el hecho de que en el fondo los animales siguen siendo considerados como propiedades o mercancías del ser humano siendo rebajados al estatus de meras cosas. ¿Y si se les extendiera la posibilidad de dejar de serlo? ¿Podrían acercarse al estatus moral de personas? Según Francione (2008), lo moralmente relevante no radica en si un animal puede reconocerse o no en un espejo. Si así fuera se podría afirmar que los animales no humanos, al carecer de autoconciencia, no se les puede atribuir a sus dolores un significado ético, puesto que no existe un yo que dé continuidad a la experiencia psíquica. Esta afirmación podría a su vez resultar diáfana y sensata, sin embargo, no resulta lo mismo cuando se intenta, a partir de tal argumento, argüir que por ello los animales no humanos no sienten o padecen menos dolor y, por lo mismo, que no sufren ni merecen igual dignidad que el ser humano.

 

Si bien los requisitos para ser persona están asociados a cualidades características del Homo sapiens, el estatus moral en cambio ha sido atribuido a humanos que no albergan tales aspectos. En la misma línea ha de considerarse que hasta una empresa puede adoptar personalidad en términos jurídicos. En relación a esto cabe cuestionarse entonces qué es lo relevante en términos morales. Quienes piensan que reconocerse en un espejo es superior en términos morales a reconocerse por olores (Francione, 2008, p. 159), pueden ser más propensos a militar en una postura que niegue la posibilidad de dolor o sufrimiento en la línea de un speciesismus, y a afirmar que en tal caso la reacción ante un daño se trataría ante todo de meros reflejos defensivos, que carecen de una percepción consciente y sensitiva, pues esta no tendría lugar en la inmediatez de las respuestas instintivas.

 

Hasta ahora el uso explícito del término ha sido empleado únicamente en relación con los animales no humanos. Se trata, sin duda, de un sesgo que exige sondear y defender un extensionismo antiespecieísta. El especieísmo vegetal no ocurre de un modo tan evidente, sino ante todo cuando conscientes de una visión holística del mundo aparecen privilegiados material y superficialmente grupos de la especie humana a costa del profundo deterioro global del sistema existente entre las otras. El holismo mencionado contempla la concepción de que cada especie constituye un todo distinto de la suma de quienes la compongan (Baquedano, 2008, p. 88).

 

En similar contexto, Freya Mathews (1998) diferencia, por ejemplo, un holismo amplio que se distingue de las interpretaciones relacionales, tratando de esclarecer que si bien los individuos en una primera instancia se manifiestan teniendo una existencia ontológica, en un sentido más profundo esta resulta de la interacción que ellos mantengan entre sí, pues a partir de tal relación es que se define la individualidad de cada cual. Desde el holismo amplio el individuo puede ser considerado en su unión con el todo. Por consiguiente, la individualidad pierde en el fondo su significado ontológico cuando se la analiza desde un nivel más profundo.

 

Andrea Speranza (2006, p. 43) en su intento de esclarecer el sentido y significado de la Gestalt en la ecología profunda de Naess, considera factible concebir la naturaleza de dos maneras:

 

[…] una expansión de uno mismo, de modo que defenderla es, en cierto sentido, defender el propio ser, o bien podemos entendernos a nosotros mismos como una expresión de la naturaleza y, así, los intereses de ésta son, de alguna forma, nuestros propios intereses.

 

Tales concepciones de la naturaleza permiten pensar una realidad que se articula en un campo relacional posibilitando a cada especie adquirir un sentido y significado a partir de las interacciones con el resto de las especies y la biosfera en general. Sin embargo, desde esta perspectiva la especie podría transformarse a su vez en la apariencia de un ser más profundo en cuanto constituye una totalidad integrada.

 

El análisis de lo ambiental desde una perspectiva integradora permite sondear el hecho de que la naturaleza se haya dañado a sí misma. La relación con el medio ambiente natural no es la de un intelecto totalmente inmaterial que se confronta a través de un dualismo con objetos materiales inertes, los cuales no influyen en un sentir o padecer mayor. El medio ambiente natural es precisamente la relación que se establece con él. Análogamente a la fusión sujeto-objeto de la mecánica cuántica, el estudio de la naturaleza es a su vez el del ser sí mismo, pero este sí mismo no está solo dentro de cada cual, sino que forma parte de una relación mayor. Algo que Berman (2007, p. 16) denomina “conciencia participativa”, es decir, que activa y fuertemente lo conforma, identificándolo con la naturaleza. Si se actúa de tal forma no se puede llegar a comprenderla de un modo distinto aunque exista un afán en hacerlo. La mente y el cuerpo, lo interno y lo externo, sujeto y objeto, son aspectos de un mismo proceso. Las totalidades son capaces de sufrir un padecimiento que las partes no padecen necesariamente. Que la decadencia ecológica que se ha desencadenado en la Tierra no solo ponga en peligro la existencia de otras especies vegetales y animales, sino también la misma especie humana, deja en evidencia el carácter especieísta de la relación que el ser humano mantiene con el resto de las formas de existencia, quedando en evidencia así, la necesidad de buscar vías alternativas que consoliden la posibilidad de una relación antiespecieísta o menos especieísta.

 


 

RASTREANDO LOS ORÍGENES DEL ESPECIEÍSMO CONTRA LOS ANIMALES

 

Cronológicamente, el Homo habilis es el primer homo. Su aparición data de aproximadamente 1,8 millones de años y recibe su nombre debido al manejo y elaboración de los útiles de piedra. Hoy se sostiene que convivió con diferentes tipos de Australopithecus. Estos “simios del sur” son probablemente los antecesores inmediatos del homo. Se cree que aparecieron hace más de tres millones de años y habitaban en las zonas tropicales de África (Leakey, 1981, p. 57). Se sabe que se alimentaban de frutas y hojas, que se desplazaban de manera bípeda y que el tamaño de su cerebro no difería en mucho al de los grandes simios actuales. Se sostiene que fue precisamente la presión que ejerció la especie del homo sobre la del Australopithecus aquello que pudo haber incidido sustancialmente en su desaparición. Un escenario probable es que ambos estilos de vida, si bien fueron diferentes, se parecieron lo suficiente como para que se intensificara una competencia relativa a la comida y el espacio que se fue incrementando a medida que el homo afirmara su hegemonía en el espacio que habitara (Leakey, 1981, p. 97). Sin embargo, a pesar de la aparente superioridad técnica del Homo habilis, que habría incidido en la extinción de nuestros antecesores los Australopithecus, no se podría sostener que se habría incurrido en lo sustancial en un especieísmo de parte del Homo habilis, debido a que las similitudes anatómicas que se establecen entre ambos eran considerables. Es decir, la facultad para realizar operaciones conceptuales y simbólicas complejas como por ejemplo el empleo de sistemas lingüísticos sofisticados, las capacidades de introspección, especulación autocrítica y razonamiento abstracto, no son rasgos característicos ni del Homo habilis y mucho menos del simio del sur –el Australopithecus–, sino sobre todo son consideradas facultades atribuibles al Homo sapiens; de ahí su adjetivo: sapiens.

 

Según las hipótesis tradicionales, el Homo habilis evolucionó hacia el Homo erectus, hace unos 1,5 millones de años y luego este comenzó a ser reemplazado por formas arcaicas de Homo sapiens entre hace 400 y 250 mil años. Desde hace unos 30 mil años, el Homo sapiens es la única especie sobreviviente del homo. El adjetivo sapiens alude al rasgo biológico más característico: sapiens significa “sabio” o “capaz de conocer”, y se refiere a la consideración del ser humano como “animal racional”, a diferencia de todas las otras especies. Paradójicamente, la estrechez sapiente del homo ha tergiversado y confundido a este a diferencia por en detrimento o en contra del resto de las especies. El hecho es que el origen y delimitación del concepto “especieísmo” proviene de Richard Ryder, cuando en 1970 acuñó el término en su artículo “Experiments on Animals” en vista de denunciar los crueles experimentos que se realizaban en los laboratorios con animales. Ahí condenó la postura contradictoria en la que solían incurrir los científicos de su época, puesto que muchos de ellos aceptaban la teoría de la evolución de Darwin, la cual supone un continuo biológico; es decir, aceptaban por un lado la existencia de una similitud sustancial entre un chimpancé y un ser humano (el código del ADN entre ambos guarda similitudes notables); pero, por otro lado, establecían en la práctica una distinción moral radical a la hora de experimentar con ellos. ¿Cómo entender esta conducta contradictoria? Utilizando una casuística imaginaria desde Schopenhauer, Ryder, Singer o Jonas, se podría conjeturar respectivamente: actúa en vista de satisfacer intelectualmente las necesidades insaciables de su yo volente, experimenta en aras de aumentar su conocimiento y beneficiar su propia especie, obra sin acatar la idea de un continuo evolutivo fisiobiológico-social o actúa simplemente según la tendencia utópica del Homo faber con la disposición a utilizar a las demás especies que ahora viven como simple medio para una determinada meta o apartarlas como un obstáculo para ella.

 

Sufrir es un fenómeno tan complejo y profundo que no puede ser comparado en padecimiento ni en intensidad con otra capacidad. Bentham (1970) sostiene que el estatus que adquiere la capacidad de sufrimiento le otorga a todos los sintientes una dimensión común. Ahora bien, esta postura es considerada utilitarista reformista en la medida en que el sufrimiento se pone en relación con los intereses de todos los seres con capacidad de sufrimiento o goce. Tanto lo uno como lo otro son requisitos para tener cualquier tipo de interés. Cuando posteriormente se abogue por los derechos de los animales, tal exigencia se desprenderá sustancialmente de la posibilidad de que ellos puedan sentir dolor. Ahora bien, existen clásicas posturas como las que defiende Hans Jonas (1979) las cuales sostienen que para tener derechos, un ser debe ser autónomo, poseer sentido de justicia y discernimiento; es decir, ser capaz de respetar los derechos de los otros. Se aboga al respecto por una Ética de la responsabilidad, donde se reconoce que la única superioridad de la especie humana consiste en su capacidad para ser responsable por el resto de los seres vivos que habitan el planeta, es decir, su “dignidad ontológica” –dice el que fue en su juventud discípulo de Heidegger– estriba en ser el único ser que puede ser custodio de ellas. De ahí que primaria sea la responsabilidad intrahumana, en cuanto el ser humano es sujeto de responsabilidad de otros seres (Jonas, 1979, pp. 84-5).

 

Según Bentham (1970, cap. 17) y Singer (1999, cap. 1) el único límite defendible a la hora de preocuparnos por los intereses de los demás es el de la sensibilidad. Esta última remite, no solo a la capacidad de sufrir, sino también de disfrutar.

 

Hasta ahora los animales no humanos no han podido defenderse del especieísmo contra ellos y la complicidad que abala tal discriminación. La tesis de que los animales no sufren fue sostenida implícitamente por Descartes cuando declara que los animales son autómatas. El dualismo cartesiano concibe en lo esencial únicamente dos realidades: pensamiento y extensión. De estas se desprenden dos principios de movimientos: el primero es incorpóreo, puesto que concierne al espíritu, alma o sustancia pensante; el segundo es enteramente mecánico y corpóreo. Este último concierne –según Descartes– precisamente a los animales. Así los concibe como autómatas, explicando todos sus movimientos a través de principios mecánicos. Gómez Pereira en esa misma época expuso en su obra principal, la Antoniana Margarita, que los animales carecen de facultades sensibles, sustentada en la tesis de que los animales carecen de alma3. Brutus sensa carere, puesto que si poseyeran sensibilidad habría que atribuirles una inteligencia como la del ser humano. A Gómez Pereira le resultaría imposible atribuirles entendimiento –imposibilidad, tanto empírica, como asegurada, por su concepción filosófica y teológica–; negaría su potencial sensitivo en la medida en que la sensibilidad externa requiere el sentido común que es consecuencia del uso de los sentidos. A este hecho le sigue la afirmación de que el movimiento de los animales es de índole mecánica y no espontánea.

 

El especieísta niega la capacidad que tienen los animales para sentir dolor, aun cuando sea posible observar sus comportamientos: sacudidas, contorsiones faciales, gemidos, chillidos u otros sonidos; en fin, diversos intentos de evitar la fuente de dolor y retirar bruscamente determinados miembros cuando han sido lesionados, además de cambios fisiológicos ante el daño en potencia que se percibe como aumento inicial de la presión de sangre, transpiración, aumento de las pulsaciones, dilatación de las pupilas, hasta el extremo de desencadenarse en el animal manifestaciones contrarias cuando el agente agresor lo ha dañado severamente (Singer, 1999).

 

Si bien son innegables estas reacciones, que provienen de seres cuyos sistemas nerviosos son casi idénticos fisiológicamente –con un origen y función evolutiva común–, el especieísta niega, no obstante, que puedan funcionar de manera similar ante el dolor. Y todo esto aun cuando se considere que tanto ese dolor como sufrimiento no son efectivamente comprobables del mismo modo que en la especie de los sapiens.

 

Desde una perspectiva biológica, se suele definir el dolor como una experiencia sensorial y emocional desagradable, que se encuentra en relación con algún tipo de lesión tisular real o un daño potencial. La reacción ante tal daño es lo que estimula precisamente un actuar. Por un lado, si se considera el dolor desde un puro plano fisiológico, como mecanismo comprensible únicamente, mediante razones suficientes, entonces solo duraría y actuaría durante el tiempo y con la intensidad que exige su función biológica. En este caso una persona que padeciese una enfermedad crónica o irreversible, no debería sentir ya ningún dolor, al no cumplir en la práctica ninguna función. Por otro lado, si se considera solo la experiencia o el daño, comprobados empíricamente tras razones suficientes, y no dentro de la vivencia o la abstracción que una persona emprende de ella, podrían ser consideradas las alucinaciones de un enfermo psiquiátrico agudo o el umbral de abstracción que él mismo emprenda de ella, como exclusivas señales o consecuencias de una enfermedad, y no como fuente veraz de padecimiento, que refleja su verdadera posición existencial.

 

Cuando los mecanismos defensivos no ayudan a canalizar el dolor y se vuelven contra quien lo padece, se genera una suerte de atascamiento que se identifica con el término sufrimiento antes que dolor. Spaemann (1977, p. 118) ayuda en este sentido a comprender la connotación referida: “El término alemán ‘sufrimiento’ tiene, de manera análoga a sus términos correspondientes en otras lenguas, un doble sentido. Significa tristeza (infelicidad, desagrado...), y también sencillamente pasividad (en el sentido de passibilitas), o, por decirlo a la moda, frustración”.

 

A partir de un cierto grado de intensidad, el dolor como tal pasa a ser sufrimiento. El paso de uno a otro, ocurre cuando se anula por la profundidad del padecimiento todo motivo positivo o negativo del futuro; cuando se pierde la esperanza de alivio real y se estanca con ello la canalización que los aleja de su intensidad. Aquí entonces ya no cabe hablar de dolor, sino de sufrimiento, en cuanto comprende la totalidad de un estado físico y mental.

 

El dolor al ser más específico que el sufrimiento tiene claramente una utilidad biológica, ya que debiera aumentar la posibilidad de supervivencia de la especie, y permitir evitar las fuentes de daño y, por consiguiente, de sufrimiento con independencia de la raza, la especie o el género de un ser vivo (Singer, 1999, p. 53).

 


 

¿SELECCIÓN NATURAL O ANTROPOGÉNICA DE LAS ESPECIES?

 

Masificado y agudizado el especieísmo a través del desarrollo técnico-industrial y la ideología económica imperante, el ser humano ha explotado y hecho sistemáticamente desaparecer plantas y animales silvestres. Al tener el poder de extinguirlas de la naturaleza, surge también como referente la responsabilidad para protegerlas en un ambiente que permita su conservación natural. Al respecto, algunos centran su preocupación en la supervivencia de las especies, mientras que otros ponen énfasis en la necesidad de terminar con la crueldad hacia los animales, cuestionando severamente el especieísmo, pues rechazan la ilusa creencia en la superioridad del Homo sapiens e integran a su causa a movimientos que luchan por la defensa de los animales. De cualquier forma, en ambos casos subyace una crítica a la especie humana por ser la única que se concibe como fin en sí, es decir, como la única en el mundo que no acepta bajo ninguna circunstancia ser tratada solamente como medio, mientras que todo el resto queda disponible a su servicio. En relación a este hecho Hans Jonas (1979, p. 184) sostiene, por ejemplo, que cada ser vivo es su propio fin y no está necesitado de ulterior justificación. Desde tal perspectiva el ser humano no es aventajado con respecto a las demás especies, pues su “dignidad ontológica” estriba únicamente en que solo él puede ser también responsable por ellas. A raíz de tal capacidad se considera que el prototipo de la responsabilidad es la intrahumana. Tal relación no es recíproca y alude más a una unilateralidad. En este caso, remite a la responsabilidad del ser humano por áreas ricas en ecosistemas frágiles que han de ser protegidos en cuanto se encuentran en una situación indefensa, de vulnerabilidad y desventaja. En este contexto también implicaría, por ejemplo, prevenir o aliviar el padecimiento de animales no humanos en situación de sufrimiento, es decir, procurarles una asistencia cuando lo requieran si es que está en poder del ser humano hacerlo. Si bien la relación de responsabilidad intrahumana es en sí unilateral puede, sin embargo, ser reversible e incluye la posibilidad de darse una reciprocidad.

 

John Maxwell Coetzee (2001) critica la división aristotélica entre dioses, humanos y bestias, replanteando implícitamente el especieísmo desde la perspectiva de los derechos de los animales y extrapolándolo a la relación del ser humano con la naturaleza. Según detalla Singer (1999, pp. 232-259), esta forma de discriminación fue legitimada por la religión judeo-cristiana, la cual sitúa al ser humano como el centro de la creación. A esta cosmovisión le sucedió la visión heliocéntrica del universo, la cual se impuso a pesar de la reserva y desconfianza de la Iglesia Católica. En épocas posteriores la teoría de la evolución de las especies resituó al ser humano como uno más en la trama de la vida. El efecto aquí fue doble: por un lado se acentuó el distanciamiento entre el saber científico y la doctrina eclesiástica, dejando, por otro lado, el darwinismo en evidencia la vulnerabilidad de toda especie (incluyendo la humana) ante un desequilibrio ambiental. Esta fragilidad permite explicar que El origen de las especies no solo sirviera de preludio en la reflexión relativa a la problemática de la extinción –en los marcos de la selección natural–, sino también que ayudara a generar poco a poco conciencia del potencial destructivo del Homo sapiens.

 

Hoy en día es posible darse cuenta que de modo similar a como son admitidas determinadas conductas autolesivas en otras especies y ecosistemas, la historia mostraría que también existen algunas tendencias autodestructivas (sistemas bélicos, tecnológicos, económicos y en definitiva antiecológicos) que inciden en las bases sistemáticas que han sostenido la vida en el planeta pudiendo desencadenar variantes radicales de autodestrucción colectiva, cuyo anverso podría ser el nacimiento de nuevas formas de vida.

 

Como un modo de compensar tal tendencia aparecen hoy las áreas protegidas en aras de contener el desmesurado deterioro de la superficie terrestre derivado de actividades extractivas.4 Sin embargo, la historia muestra que esta conservación no ha estado exenta de ciertas problemáticas relativas al especieísmo, como puede ser entre diversas variantes, la selección de ciertas especies en detrimento de otras. Monjeau (2009), por ejemplo, vincula fuertemente la defensa de la belleza natural con el uso de la violencia. Considérese que la primera connotación del término belleza que confiere la RAE es el de la “propiedad de las cosas que hace amarlas, infundiendo en nosotros deleite espiritual. Esta propiedad existe en la naturaleza y en las obras literarias y artísticas”. Cabe cuestionarse luego ¿qué propiedades existen en la naturaleza que nos hacen amar sus elementos o seres infundiendo deleite espiritual? Parece imposible obtener una sola respuesta universal, pues la belleza es un fenómeno cultural, histórico y psicológico impregnado de subjetividad. No obstante, se pueden encontrar márgenes relativos a determinadas estructuras y aspectos estéticos que existen en desmedro de otros. A través de tales patrones se suele discernir luego entre lo bello y lo feo, pues se traducen en ciertas estructuras que generan fenómenos atingentes al llamado placer o deleite visual. Los primeros tratados al respecto se remontan a los antiguos griegos. Platón y Aristóteles describen profundos aspectos sobre los componentes de la armonía, el sentido y significado de la simetría, orden y proporción como características de la belleza. A tales planteamientos le suceden dos milenios de producción en las más variadas esferas del arte y hace un par de siglos se ha incorporado a la misma naturaleza como trasfondo.

 

Muchos parques nacionales surgieron en aras de preservar espectaculares bellezas escénicas, acompañadas de hermosos animales que la gente suele pagar por ver, independientemente de lo que se haga o no para defenderlos de su extinción. Pese a ello, gracias a los sistemas de parques nacionales se ha conseguido preservar la biodiversidad y la belleza de parajes únicos en el planeta de la devastación global.

 

Las promesas del progreso, el éxito y el crecimiento de las grandes urbes se utilizaron para justificar la destrucción de vastas zonas rurales. Sin embargo, la pérdida de la belleza tanto en el campo como en la urbe convierte toda promesa en una apocalíptica amenaza que avanza visiblemente junto al especieísmo hacia una empinada decadencia ambiental.

 

Si bien la búsqueda de la belleza ha resultado ser en la práctica un elemento que a veces ha favorecido diversas iniciativas ecológicas –entre ellas los procesos de conservación– esta tendencia no supera del todo los diversos grados y modalidades del especieísmo. Pese a ello, sería un absurdo deslegitimar por tal razón los proyectos y las iniciativas de proteger las áreas de conservación que surgieron a partir de un determinado encantamiento estético. Únicamente se intenta dejar de manifiesto cuan profunda y compleja resulta ser la problemática del especieísmo. En otras palabras: si bien hombres y mujeres al ser cautivados por parajes naturales de una belleza única, pueden sensibilizarse y realizar, por ejemplo, millonarias donaciones a fin de proteger diversas reservas que provocan tal embelesamiento o involucrarse altruistamente en causas que promueven la defensa de áreas prístinas, el problema del especieísmo no se extingue del todo.

 

Cabe precisar que la justificación de conservar áreas protegidas –incluyendo por ejemplo los parques nacionales– no descansa en meras razones estéticas pues para los ecosistemas son imprescindibles vastos espacios naturales a fin de salvaguardar su equilibrio. Esto exige preservar la biodiversidad en general con todas sus rarezas, como a su vez regular el agua, el aire, los suelos o el mantenimiento de la estabilidad en las pendientes, todo lo cual es llevado a cabo por razones que trascienden la esfera estética. De hecho, en tales procesos se esclarece la importancia de crear áreas protegidas en zonas que no son consideradas necesariamente bellas, lo cual deja de manifiesto a su vez que el cuidado y valor por la biodiversidad está más cercano y en camino a tender a un móvil antiespecieísta aun cuando no se pueda superar del todo el especieísmo frente al cual se combate.

 


 

CONSERVACIONISMO COMO CONCIENCIA DE ESPECIE: EN BÚSQUEDA DE UN MÓVIL ANTIESPECIEÍSTA

 

Atenerse a la posible capacidad de sufrir en las especies no humanas no cambia necesariamente el antropocentrismo epistémico, pues el especieísmo implica la percepción del mundo derivada de la pertenencia y conducta discriminatoria de la especie humana con el resto de las formas de vida. Sin embargo, posibilita sondear diversos grados de conservacionismo para hacerle frente no como un asunto meramente biológico sino esencialmente filosófico. “La ética biocéntrica plantea que la biodiversidad tiene un valor intrínseco, por eso se privilegia a las especies biológicas y se excluye al ser humano de muchas áreas naturales (Rozzi, 2001; Turner et al., 2001). En cambio, la perspectiva ecocéntrica estima que los seres humanos son considerados como componentes de los ecosistemas y otorga un valor moral a las especies que constituyen las comunidades biológicas, incluyendo al Homo sapiens. Esa ética fue cobrando fuerza desde mediados del siglo XX con la ética de la Tierra formulada por Aldo Leopold (1949), quien invita a establecer una nueva forma de relación con la naturaleza: en lugar de ver al planeta como un bien que nos pertenece, se debería pensar en la Tierra como una comunidad a la que pertenecemos (Kinne, 1997; Rozzi, 2001; Turner et al., 2001; Kostas et al., 2003; Fernández-Manzanal et al., 2007; Shepardson et al., 2007).5 Al respecto, Michael Soulé, Paul Ehrlich y Jared Diamond comenzaron a desarrollar como disciplina formal la biología de la conservación, siendo fundada en 1985 la respectiva Sociedad para la Biología de la Conservación, la cual tiene como misión investigar, por una parte, el modo en que el ser humano influye sobre la biodiversidad y, por otra, desarrollar estrategias preventivas en aras de evitar la extinción de las especies (Corchera y Ponce de León, 2004, p. 204)”.

 

A su vez la Ecología profunda es una filosofía que nace precisamente de la urgencia de transformar la adversa relación que ha dispuesto el ser humano con el entorno. Desde la perspectiva de un ecocentrismo, enfatiza la existencia de infinitas interrelaciones entre los diversos sistemas de la vida y apela a la identificación con todas las especies, albergando a la ecósfera, en vista de trascender el principium individuationis y develar el entramado común con todos los seres.

 

Actualmente la humanidad es testigo de la aparición de fenómenos acumulativos y globales como la sobrecarga del planeta derivada de la explosión demográfica y el sobreconsumo, el cambio climático, la pérdida de la biodiversidad, el adelgazamiento de la capa de ozono, la contaminación de los océanos, aunado todo ello a un sinfín de otros más localizados como la deforestación, desertificación, contaminación de tierras, ríos, lagos, agotamiento de napas subterráneas, etc. Si bien el fenómeno de la extinción de ciertas especies forma parte de un proceso natural, en la actualidad acontece masiva y aceleradamente como resultado de estas y otras causas antropogénicas (Stuart, 2000).

 

A diferencia del resto de las especies, la humana es la única responsable de la condición actual del planeta y la única que en su calidad de “sapiens” pudo haber evitado dañar el medio ambiente, lo cual sin duda ha marcado especieístamente su rol en la historia de la Tierra. Los problemas ambientales –que ponen hoy en riesgo la vida en el planeta– dejan cada vez más en evidencia la necesidad de sondear crítica y reflexivamente una determinada conciencia como especie a partir de una identidad que trascienda el género, la raza, el origen, ideología y cultura de una persona. Una conciencia que es a su vez autoconsciente de cuan profunda es la problemática del especieísmo a la hora de enfrentar el actual daño ambiental y de cuan arraigado está tal forma de discriminación aun cuando se abogue por prácticas conservacionistas que intenten combatirlo.

 


 

REFERENCIAS

 

·         Baquedano, S. (2008). Sensibilidad y responsabilidad socioambiental. Un ensayo de pesimismo autocrítico. La Habana: Editorial Acuario.

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·         Corchera, P. y Ponce de León, L. (2004). Tendencias de los movimientos conservacionistas y el surgimiento de la Eco-Ética. Sociológica, 19(56), 199-211.

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·         Singer, P. (1999). Liberación animal. Madrid: Editorial Trotta.

·         Spaemann, R. (1977). Einsprüche, christliche Reden. “Über den Sinn des Leidens” (Sobre el sentido del dolor). Einsiedeln: Johannes Verlag.

·         Speranza, A. (2006). Ecología profunda y autorrealización. Introducción a la filosofía ecológica de Arne Naess. Buenos Aires: Editorial Biblos.

·         Stuart, F. et al. (2000). Consequences of changing biodiversity, Nature, Insight Review Articles, mayo, vol. 405, Estados Unidos: MacMillan.

·         Turner, N. et al. (2001). Éticas ambientales y conservación en los extremos de América. Fundamentos de Conservación biológica. En Primack, R. et al. (Comps.), Perspectivas Latinoamericanas. México: Fondo de Cultura Económica.

 


 

1.    Licenciada en Filosofía por la Universidad de Chile. Magíster en Filosofía por la Universidad de Chile. Doctora en Filosofía por la Universidad de Leipzig. Profesora Asistente en el Departamento de Filosofía de la Universidad de Chile. This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.
Este artículo se enmarca dentro del proyecto Fondecyt, número 1120730 y 1140721.

2.     Cf. Proyecto Diccionario del pensamiento alternativo II. Adrian Monjeau y Herminia Solari.

3.     No fue posible encontrar el original de la obra Antoniana Margarita, opus nempe physicis, medicis, ac theologis non minus utile, quam necessarium (Madrid 1749). Cf. José Ferrater Mora. (1999). Diccionario de filosofía. Tomo II. Barcelona: Editorial Ariel. p. 1486.

4.     Cf. Bruner et al. (2001).

5.     De Castro, Cruz y Ruiz-Montoya (2009, p. 357).

 

 


Para citar este artículo: Baquedano Jer, S. (2015). Conservacionismo en eras de especieísmo. Revista Luna Azul, 41, 240-253. Recuperado de http://200.21.104.25/lunazul/index.php?option=com_content&view=article&id=112